El camino de Luna hacia la escritura
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Fantasialandia, una niña llamada Luna. Luna era una apasionada lectora de libros de fantasías y soñaba con convertirse en escritora algún día.
Pasaba horas y horas leyendo historias sobre dragones, hadas y mundos mágicos. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, las gafas de Luna se cayeron al suelo y se rompieron. Luna no podía ver bien sin sus gafas y esto la entristeció mucho.
No sabía cómo podría seguir leyendo sus libros favoritos o escribir sus propias historias si no veía correctamente. Luna decidió visitar a la Sabia Bibliotecaria del pueblo, la señorita Aurora, en busca de ayuda.
La señorita Aurora escuchó atentamente la historia de Luna y le dijo: "Querida Luna, las palabras y las historias están dentro de ti, no importa si tus ojos pueden ver claramente o no. Si realmente quieres ser escritora, encontrarás la manera de hacerlo".
Luna se sintió inspirada por las palabras de la Sabia Bibliotecaria y decidió seguir adelante con su sueño. Comenzó a escribir usando una vieja máquina de escribir que había pertenecido a su abuela.
Aunque le costaba un poco más sin poder ver bien, cada palabra que escribía estaba llena de magia y creatividad.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano en busca de inspiración, Luna se encontró con un duende travieso que le ofreció unas nuevas gafas mágicas que le devolverían la claridad en su visión. Con estas gafas especiales, Luna pudo ver el mundo con una nitidez asombrosa y continuó escribiendo con aún más pasión.
Finalmente, después de mucho esfuerzo y dedicación, Luna terminó su primer libro titulado "El Reino Encantado". El libro fue todo un éxito en Fantasialandia y pronto se convirtió en la escritora favorita de todos los niños del pueblo.
Luna aprendió que los obstáculos nunca deben detenernos en la búsqueda de nuestros sueños y que siempre hay una solución si tenemos fe en nosotros mismos. Y así, gracias a su determinación y creatividad, logró alcanzar su sueño de ser escritora a pesar del desafío inicial con sus gafas rotas.
Y colorín colorado este cuento ha terminado ¡Que viva la imaginación!
FIN.