El camino de Marcelino



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, vivía Marcelino, un niño de seis años con ojos brillantes y una sonrisa contagiosa.

A pesar de su alegría, Marcelino tenía dificultades para aprender a leer y escribir en la escuela. Su maestro, el Señor Malatesta, era conocido por ser estricto y malhumorado. No tenía paciencia con los niños que no aprendían rápido y solía regañarlos frente a toda la clase.

Marcelino se sentía triste cada vez que el Señor Malatesta lo señalaba y se burlaba de él por no poder leer correctamente. Un día, cansado de los constantes regaños del maestro, Marcelino decidió escaparse de la escuela y se adentró en el bosque cercano.

Mientras caminaba entre los árboles, encontró a Doña Margarita, una anciana sabia que vivía en una pequeña cabaña. "¿Qué te trae por aquí, querido niño?" -preguntó amablemente Doña Margarita al ver a Marcelino con los ojos llenos de lágrimas.

Marcelino le contó sobre sus dificultades en la escuela y cómo el Señor Malatesta lo trataba mal por no poder leer como los demás niños. Doña Margarita escuchó atentamente y le dio unas palabras de aliento.

"Querido Marcelino, cada persona tiene su propio ritmo para aprender. No permitas que las palabras hirientes de otros apaguen tu luz interior. Eres valioso tal como eres. "Las palabras de Doña Margarita resonaron en el corazón de Marcelino.

Decidió volver a la escuela al día siguiente con una nueva determinación. Cuando llegó, el Señor Malatesta comenzó a burlarse nuevamente de él frente a todos. Pero esta vez, algo había cambiado en Marcelino.

En lugar de enagarrarse ante las críticas del maestro, levantó la cabeza con valentía y dijo:"Señor Malatesta, sé que tengo dificultades para leer y escribir, pero estoy haciendo mi mejor esfuerzo para mejorar cada día. Sus palabras hirientes no me detendrán.

"El maestro Malatesta se quedó sin habla ante la valentía de Marcelino. Poco a poco, comenzó a cambiar su actitud hacia él y le ofreció ayuda adicional para mejorar sus habilidades académicas.

Con el apoyo del maestro y su nueva actitud positiva, Marcelino empezó a progresar en la lectura y la escritura. Cada día se dedicaba con empeño a practicar junto al Señor Malatesta hasta que finalmente pudo leer un cuento completo frente a toda la clase sin titubear.

Desde ese día en adelante, Marcelino siguió creciendo académicamente con esfuerzo y perseverancia.

Nunca olvidaría las palabras sabias de Doña Margarita que le enseñaron que nunca es tarde para aprender y que siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos en nuestro camino hacia el éxito. Y colorín colorado este cuento ha terminado; pero recuerda: ¡Siempre es posible superar las adversidades con determinación!

FIN.

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