El camino de regreso


que se llamaba Lola. La nena, que se llamaba Sofía, había salido a jugar al parque con su pelota nueva, pero al distraerse persiguiendo una mariposa colorida, se alejó demasiado de su mamá y terminó perdida entre los árboles.

Sofía caminaba nerviosa por el bosque cuando vio a la lombriz Lola asomándose desde una hoja. Sorprendida, se acercó lentamente y le dijo: "Hola, ¿tú también estás perdida?".

"¡Sí! ¡Estoy buscando mi camino de regreso a casa!", respondió la lombriz con entusiasmo. Sofía sonrió y le propuso a Lola unirse para buscar juntas el camino de vuelta. Así comenzó una gran aventura llena de sorpresas y aprendizajes.

Mientras caminaban por el bosque, encontraron un riachuelo donde debían cruzar. "No puedo pasar sin mojarme", dijo Sofía preocupada. Lola le sugirió: "Puedo enrollarme en tu mano para que no te caigas al agua". Y así lo hicieron, logrando cruzar el riachuelo sin problemas.

Después de caminar un rato más, llegaron a un claro donde vieron a una familia de ardillas construyendo su nido en lo alto de un árbol. Sofía quedó fascinada y les preguntó cómo podían trepar tan alto.

"Es cuestión de práctica y paciencia", respondió la mamá ardilla. "Si te esfuerzas y no te rindes, podrás lograrlo".

Animadas por las palabras de la ardilla, Sofía y Lola continuaron su travesía hasta que finalmente divisaron el parque donde Sofía solía jugar con su mamá. Con lágrimas de emoción en los ojos, corrió hacia ella y la abrazó fuertemente. "¡Gracias por acompañarme en esta aventura increíble, Lola! Nunca olvidaré todo lo que aprendí contigo", dijo Sofía emocionada.

Lola sonrió orgullosa y le respondió: "Fue un placer ayudarte, pequeña amiga. Recuerda siempre que juntas podemos superar cualquier desafío si nos apoyamos mutuamente".

Desde ese día, Sofía visitaba regularmente el bosque para jugar con sus nuevos amigos animales y recordar la valiosa lección de amistad y cooperación que aprendió junto a la simpática lombriz Lola.

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