El camino de regreso


Había una vez en un bosque encantado, un árbol muy especial llamado Oli. Oli era un árbol sabio y bondadoso que siempre estaba dispuesto a ayudar a los animales del bosque y a cuidar de su hogar.

Un día, mientras Oli estaba disfrutando del canto de los pájaros, escuchó unos sollozos cerca de él. Se acercó y descubrió a Martín, un niño triste y perdido en el bosque. "¿Qué te pasa, pequeño?", preguntó Oli con voz suave.

Martín levantó la mirada sorprendido al escuchar hablar al árbol y le explicó que se había separado de su familia durante un paseo por el bosque y no sabía cómo regresar a casa.

Oli sintió compasión por el niño y decidió ayudarlo. Con sus ramas extendidas, creó una sombra fresca para proteger a Martín del sol abrasador y le ofreció frutos deliciosos para calmar su hambre. "No te preocupes, Martín.

Juntos encontraremos el camino de regreso a tu casa", dijo Oli con optimismo. Así comenzó una increíble aventura entre el árbol y el niño.

Oli guiaba a Martín con sus indicaciones sobre los rastros en el suelo y las señales naturales que solo un árbol tan antiguo podía conocer. Durante su travesía, enfrentaron desafíos como cruzar un río caudaloso o sortear un campo lleno de espinas. Pero juntos lograban superar cada obstáculo con valentía y cooperación.

Poco a poco, mientras caminaban juntos, Martín comenzó a sentirse más seguro y confiado gracias al apoyo incondicional de Oli. El árbol se convirtió en su amigo fiel, en quien podía confiar plenamente.

Finalmente, después de recorrer un largo trecho, divisaron la humilde casita de madera donde vivía la familia de Martín. El niño corrió emocionado hacia ella mientras abrazaba cariñosamente al viejo Oli. "¡Gracias por todo! Nunca olvidaré tu amabilidad y generosidad", expresó Martín con gratitud en sus ojos brillantes.

"Siempre estaré aquí para ti cuando necesites ayuda o compañía", respondió Oli con cariño mientras veía alejarse al niño hacia su hogar. Desde aquel día, la amistad entre Oli y Martín se mantuvo fuerte e indestructible.

El niño visitaba regularmente al árbol para contarle sus aventuras e inquietudes, sabiendo que siempre encontraría consuelo y sabios consejos bajo la sombra protectora de su amigo arbóreo.

Y así continuaron compartiendo momentos inolvidables juntos, recordando que la verdadera amistad puede surgir en los lugares más insospechados y florecer como las hermosas ramas de un viejo árbol en medio del bosque encantado.

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