El camino de Revelo


Revelo era un pequeño zorro muy curioso y aventurero. Siempre le gustaba explorar los alrededores de su hogar en el bosque, pero esta vez decidió ir más allá de lo que conocía.

Se adentró en el bosque sin darse cuenta de que estaba perdiendo el rumbo y pronto se dio cuenta de que no sabía cómo volver a casa. - ¿Dónde estoy? -se preguntó Revelo mientras miraba a su alrededor-. No reconozco nada.

Comenzó a caminar hacia una dirección que creía correcta, pero cada vez se internaba más y más en el bosque. De repente, escuchó un ruido extraño detrás de unos arbustos. - ¿Hola? -dijo con voz temblorosa-.

¿Hay alguien ahí? De repente, salió corriendo una familia de conejos muy asustados. Revelo se sintió mal por haberlos asustado, pero también se dio cuenta de que debía seguir adelante para encontrar su camino.

Pasaron las horas y ya estaba oscureciendo cuando llegó a una zona del bosque completamente desconocida para él. Estaba cansado, tenía hambre y sed. Pero sobre todo, tenía miedo. - No sé qué hacer -se lamentó Revelo-. Me perdí por querer explorar demasiado lejos.

En ese momento vio una luz brillante en la distancia. Decidió acercarse para ver qué era y descubrió un grupo de luciérnagas bailando alrededor de un árbol mágico. - ¡Hola! -saludó Revelo con entusiasmo-.

Soy Revelo, me perdí en el bosque y no sé cómo volver a casa. Las luciérnagas se acercaron a él con curiosidad y lo escucharon atentamente. - No te preocupes, Revelo -dijo la líder de las luciérnagas-. Te ayudaremos a encontrar tu camino de vuelta a casa.

Pero primero, debes aprender algo muy importante. - ¿Qué es? -preguntó Revelo con interés. - Debes confiar en ti mismo y tener fe en que podrás encontrar el camino correcto -explicó la líder de las luciérnagas-.

Y para eso necesitas estar tranquilo y pensar con claridad. Si estás asustado o nervioso, no podrás encontrar el camino de regreso. Revelo se quedó pensando en sus palabras mientras observaba el baile mágico de las luciérnagas.

Finalmente, decidió seguir su consejo y tomó una siesta corta para descansar su mente cansada. Cuando despertó se sintió más tranquilo y enfocado.

Siguiendo los consejos de las luciérnagas, Revelo comenzó a caminar lentamente por el bosque prestando atención al sonido del viento y los animales del bosque. Se dio cuenta que recordaba algunos lugares que había visto antes e intentó seguirlos hasta que finalmente encontró su hogar. - ¡Lo logré! -gritó emocionado mientras corría hacia su madriguera-.

Gracias por ayudarme, amigas luciérnagas. Nunca olvidaré lo que me enseñaron hoy. Desde ese día, Revelo aprendió la importancia de ser curioso pero también responsable cuando exploraba nuevos lugares.

Aprendió a confiar en sí mismo y a tener fe en que siempre encontraría el camino de regreso. Y sobre todo, aprendió a valorar la ayuda de sus amigos y agradecerles por estar ahí cuando lo necesitaba.

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