El camino de tierra roja



Mario siempre había sentido un escalofrío cada vez que contemplaba el camino de tierra roja que se adentraba en el bosque. La senda parecía un portal misterioso hacia un mundo desconocido, lleno de sombras y ruidos extraños. Desde las ventanas de su casa, veía cómo el sol se ocultaba detrás de los altos árboles, y eso lo llenaba de temor.

Un día, mientras su mamá le contaba historias de aventuras, ella le dijo:

"Mario, los grandes exploradores tampoco tenían miedo, pero siempre aprendieron a enfrentarse a lo desconocido."

Estas palabras resonaron en su mente. Mario se preguntó si podría ser un gran explorador también. Decidió que al día siguiente, tomaría valor y se aventuraría por el camino de tierra roja.

Al amanecer, Mario se preparó con su mochila. Llenó su cantimplora con agua, llevó una linterna, y no se olvidó de su cuaderno para dibujar. Antes de salir, vio su reflejo en el espejo y se dijo a sí mismo:

"Hoy seré valiente, como esos exploradores."

Al llegar a la entrada del camino, una sombra lo hizo temblar. Era un gran árbol que había crecido de forma retorcida. Pero al acercarse, notó que el tronco tenía formas extrañas, como si contara una historia.

"Hola, niño valiente", le dijo el árbol. "No temas. Solo soy un guardián del bosque."

Mario se sorprendió.

"¿Un guardián?"

"Sí, así es. Aquí todos son amigos. El ruido que oís proviene de la fauna local. ¡Ven, vamos a explorarlo juntos!"

Con un poco de miedo, pero también de curiosidad, Mario aceptó. Mientras caminaban, el guardián le mostró muchos secretos del bosque:

"Mirá esas flores. Se llaman orejas de conejo. Los pájaros cantan para despertar al sol."

Entonces, un grupo de pájaros comenzó a cantar melodías alegres. Mario sonrió y comenzó a dibujarlos en su cuaderno.

Caminando más adentro, escuchó un sonido peculiar.

"¿Qué es eso?", preguntó, inquieto.

"Es un río que tímidamente se asoma. Vamos, no te preocupes."

Al llegar a la orilla, descubrió que el río reflejaba un arcoíris de colores vibrantes. Era un espectáculo maravilloso.

"¡Es hermoso!", exclamó Mario.

"La naturaleza es un arte viviente, chico."

FIN.

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