El Camino del Sabio
En un mundo envuelto en misterios y sombras, existía una antigua leyenda sobre un camino oculto que conducía al saber supremo, un conocimiento tan poderoso que podía cambiar el destino de aquellos que se atrevieran a buscarlo. Muchos lo habían intentado, pero pocos habían regresado.
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivía una niña llamada Luna. Tenía el cabello rizado y una curiosidad que no tenía límites. Su abuelita siempre le contaba historias sobre el camino oculto y cómo, alguna vez, un valiente aventurero encontró el sabio saber y trajo la felicidad al pueblo.
Un día, mientras exploraba el bosque que rodeaba su hogar, Luna se encontró con una puerta antigua cubierta de hiedra. "¿Qué será esto?", se preguntó con ojos brillantes.
Al abrir la puerta, una luz resplandeciente la envolvió y, con un susurro mágico, la llevó a un sendero en medio de un bosque espeso. "Este debe ser el camino del que hablaba abuelita", murmuró Luna.
Comenzó a caminar y, pronto, se topó con un viejo roble que parecía hablar. "Hola, pequeña aventurera! ¿Qué buscas en este misterioso lugar?"
"Busco el saber supremo, el conocimiento que puede cambiar mi destino", respondió Luna.
"Para encontrarlo, deberás resolver tres acertijos que te llevarán a diferentes caminos. Estás lista?"
"Sí, estoy lista!", dijo con determinación.
"Escucha atentamente:
1. En la mañana camino solo, al mediodía me acompaña la multitud, y por la noche regreso a la soledad. ¿Quién soy?".
Luna frunció el ceño y pensó. "¡Es el sol!". El roble sonrió y le dijo: "Correcto, sigue adelante". Fue así que Luna continuó su viaje.
Avanzó por un sendero cubierto de flores. Más adelante encontró a una anciana que tejía una bufanda.
"Hola, señora! Tengo un acertijo para usted. ¿Es verdad que puede ayudarme?"
"Claro que sí, querida. ¿Cuál es el acertijo?"
Luna lo recitó: "Uno sin piernas que no puede correr, pero que viaja por el mundo entero. ¿Qué es?"
La anciana sonrió al oír la respuesta de Luna. "Es el viento, querida. ¡Sigue tu camino con valor!".
Cuando Luna llegó al último tramo del sendero, se encontró con un gran río que la bloqueaba.
"¿Y ahora cómo cruzo?", se preguntó.
Justo entonces, un pato apareció. "¿Te gustaría cruzar el río, pequeña soñadora?"
"Sí, pero no sé cómo", contestó Luna.
"Dime, ¿qué necesitas para cruzar sin mojarte?" preguntó el pato.
Luna pensó y pensó. "¡Necesito una balsa o algo que flote!". El pato asintió. "Correcto, pero también necesitarás tu imaginación y un buen amigo para ayudarte. ¿Listo para atravesar el río juntos?".
Luna se dio cuenta de que con un poco de creatividad y trabajo en equipo, podía lograr cualquier cosa. Así que juntos, construyeron una pequeña balsa con ramas y hojas.
Cuando llegaron a la otra orilla, un puente de luz apareció ante ellos. Luna atravesó el puente y se encontró en un claro mágico. Allí, un anciano de barba blanca la esperaba.
"Has llegado, pequeña aventurera. Has resuelto mis acertijos y demostrado tu valentía. El saber supremo está en ti, en tu capacidad de pensar, soñar y compartir. "-
"¿Este es el conocimiento que buscaba?", preguntó Luna.
"Sí, siempre ha estado en ti. La curiosidad, la creatividad y la amistad son el conocimiento que puede cambiar el destino de tu pueblo. Ve y compártelo".
Con el corazón lleno de alegría, Luna regresó a Arcoíris. Comenzó a contarle a todos sus amigos lo que había aprendido: que el verdadero poder reside en la imaginación, la curiosidad y el trabajo en equipo. Desde ese día, el pueblo nunca volvió a ser el mismo, y todos se unieron para construir un futuro brillante, lleno de sabiduría y alegría.
Y así, Luna se convirtió en la guardiana de la curiosidad del pueblo. Y cada vez que alguien se sentía perdido o confundido, sabía que podía contar con el poder de su imaginación y el apoyo de sus amigos para superar cualquier desafío. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.