El camino hacia la escritura


Ciro era un chico muy inteligente y decidido. Había terminado la escuela primaria con excelentes notas y estaba emocionado por comenzar una nueva etapa en su vida: la secundaria técnica.

El nuevo colegio le encantaba, había elegido estudiar electrónica y se encontraba aprendiendo cosas nuevas todos los días. Sin embargo, había algo que lo tenía bastante preocupado: el cuadernillo de caligrafía técnica.

Ciro no era precisamente el mejor para escribir a mano, siempre había preferido teclear en su computadora. Pero en esta escuela las cosas eran diferentes, debía aprender a escribir de manera clara y legible para poder presentar sus trabajos. Por más que intentaba hacerlo bien, siempre cometía errores y esto lo frustraba muchísimo.

A veces sentía ganas de tirar todo al piso y abandonar la tarea. Un día, mientras intentaba hacer el cuadernillo por centésima vez, llegó a casa su hermana mayor Camila.

Ella era una estudiante universitaria muy dedicada y siempre estaba dispuesta a ayudarlo en lo que pudiera. - ¿Qué haces Ciro? -preguntó Camila curiosa al verlo tan concentrado en su tarea. - Estoy haciendo este maldito cuadernillo de caligrafía técnica -respondió Ciro con frustración-.

No puedo hacerlo bien por más que lo intente. Camila se acercó a él y le dio unas palmadas reconfortantes en la espalda. - Tranquilo hermanito -dijo sonriendo-. Todos tenemos dificultades cuando empezamos algo nuevo.

Lo importante es no rendirse nunca e intentarlo una vez más cada día hasta lograrlo. Ciro la miró con desconfianza, ¿cómo ella podía entender lo que él estaba sintiendo? Ella siempre había sido buena en todo lo que se proponía. - Fácil para vos decir eso -respondió Ciro-.

Siempre fuiste buena en todo, yo no tengo esa suerte. Camila se sentó a su lado y comenzó a contarle una historia:- Hace algunos años, cuando yo estaba empezando la universidad, tuve un profesor muy exigente de matemáticas.

Yo nunca había sido muy buena en esa materia y me costaba mucho comprender los ejercicios. Una vez llegué a casa llorando porque había sacado una mala nota en el examen final.

Me sentía tan frustrada como tú ahora. - ¿Y qué hiciste? -preguntó Ciro interesado. - Decidí no rendirme. Busqué ayuda extra con otros compañeros y estudié más horas de las que solía hacerlo.

Al final logré aprobar el curso con una nota alta y aprendí muchísimo sobre mí misma en el proceso. Ciro reflexionó un momento sobre las palabras de su hermana mayor. Tal vez ella tenía razón, rendirse no era una opción si quería alcanzar sus metas.

Al día siguiente, volvió al colegio con más energías y determinación que nunca antes. Sabía que le tomaría tiempo mejorar su caligrafía técnica pero estaba dispuesto a intentarlo cada día hasta lograrlo.

Poco a poco fue mejorando gracias al esfuerzo constante y la dedicación que ponía en cada tarea. Y aunque aún cometiera errores de vez en cuando, sabía que estaba avanzando hacia su objetivo gracias a la perseverancia y el apoyo de su familia.

Ciro aprendió que nunca es tarde para empezar a mejorar y que cada pequeño logro es un paso importante hacia el éxito. Y aunque la tarea fuera difícil, siempre habría alguien dispuesto a ayudarlo en el camino.

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