El camino hacia la felicidad



Había una vez dos amigos llamados Casal y Apaixonados. Eran inseparables, siempre juntos, compartiendo sus alegrías y tristezas. Un día, Casal se dio cuenta de que estaba enamorado de Apaixonados. Le costó mucho admitirlo, pero finalmente lo hizo.

Para su sorpresa, Apaixonados también estaba enamorado de él. Durante un tiempo fueron muy felices juntos. Se contaban historias, se abrazaban bajo la lluvia y disfrutaban del sol en el parque. Pero un día todo cambió.

"Casal, tengo algo que decirte", dijo Apaixonados con voz temblorosa. "¿Qué pasa? ¿Estás bien?", preguntó preocupado Casal. "No sé cómo decírtelo... creo que ya no siento lo mismo por ti", respondió Apaixonados con lágrimas en los ojos.

Casal sintió como si le hubieran arrancado el corazón del pecho. No podía creer lo que estaba escuchando. Habían sido tan felices juntos... ¿cómo podía terminar así? Los días pasaron y la tristeza de Casal no desaparecía.

Trataba de ocupar su mente con otras cosas, pero nada parecía funcionar. Hasta que un día recordó algo importante: él era una persona valiosa por sí misma.

Decidió concentrarse en ser feliz consigo mismo antes que buscar la felicidad en alguien más. Empezó a hacer cosas nuevas, a aprender habilidades nuevas y a conocer gente nueva. Poco a poco fue sanando su corazón herido y encontrando alegría en las pequeñas cosas de la vida.

Y aunque nunca olvidaría a Apaixonados, sabía que su felicidad no dependía de estar con él. Un día, mientras caminaba por la calle, se encontró con Apaixonados. Fue un encuentro incómodo al principio, pero luego empezaron a conversar.

"¿Cómo estás?", preguntó Apaixonados tímidamente. "Estoy bien", respondió Casal con una sonrisa sincera. "He estado ocupado aprendiendo cosas nuevas y descubriendo mi verdadero yo". Apaixonados se sorprendió al escucharlo. No podía creer que Casal hubiera encontrado tanta felicidad sin él.

"Me alegra mucho oír eso", dijo Apaixonados sinceramente. "Yo también he estado tratando de encontrar mi camino". Los dos amigos siguieron hablando durante horas, recordando los buenos momentos que habían compartido juntos y hablando de sus planes para el futuro.

Finalmente llegó el momento de despedirse y cada uno siguió su propio camino.

Pero esta vez era diferente: ambos sabían que podían ser felices por sí mismos y que su amistad siempre estaría ahí para apoyarse mutuamente en todo lo que necesitaran. Casal había aprendido una gran lección: la verdadera felicidad viene de adentro, no depende de otra persona.

Y así fue como decidió vivir el resto de su vida: siendo fiel a sí mismo y disfrutando cada momento al máximo.

FIN.

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