El camino hacia la plenitud



Había una vez un grupo de niños que vivían en una pequeña aldea rodeada por montañas. Cada día, los niños se reunían para jugar y explorar su entorno.

Sin embargo, a pesar de tener todo lo que necesitaban, sentían un vacío en su interior. Un día, mientras jugaban cerca del río, vieron a unos grandes pájaros negros sobrevolando el cielo. Eran gallinazos, aves carroñeras conocidas por comer animales muertos.

Los niños nunca antes habían visto a estos pájaros y se preguntaron qué hacían allí. De repente, uno de los gallinazos descendió hacia ellos y comenzó a hablarles con voz suave pero firme:- Hola chicos ¿cómo están? Los niños quedaron sorprendidos al escuchar la voz del animal.

- ¿Cómo es posible que hables? -preguntó uno de los niños. - Todos los seres tenemos algo importante que decir -respondió el gallinazo-. Pero pocos saben escucharnos.

Los niños se sintieron intrigados por las palabras del ave y decidieron seguirlo cuando éste voló hacia las montañas cercanas. Durante el camino, el gallinazo les contó historias sobre cómo cada ser vivo tiene un propósito en la vida y cómo todos estamos conectados entre sí.

Finalmente llegaron a una cueva profunda donde había una fuente cristalina que emitía un brillo mágico. El gallinazo les dijo:- Esta fuente es especial porque refleja tus emociones más profundas. Siéntete libre de expresarte aquí sin temor al juicio o crítica de nadie.

Los niños bebieron agua de la fuente y se sumergieron en ella. Al hacerlo, comenzaron a sentir una conexión profunda con sus emociones y pensamientos más íntimos. De repente, uno de los niños comenzó a llorar desconsoladamente.

Los demás lo rodearon para consolarlo pero el gallinazo les dijo:- Déjenlo llorar. Es bueno que exprese su tristeza, así podrá liberarse de ella.

Y así fue: el niño lloró durante un largo rato hasta que finalmente se sintió aliviado y en paz. Los días siguientes, los niños volvieron a la cueva para beber del agua mágica y conectarse con sus emociones.

Descubrieron que al reconocer sus sentimientos más profundos podían entender mejor a los demás y encontrar soluciones a los problemas cotidianos. Con el tiempo, incluso enseñaron a otros niños de la aldea sobre la importancia de conectarse con su interior gracias a las enseñanzas del gallinazo.

Desde entonces, cada vez que veían pasar por el cielo a uno de estos pájaros negros recordaban las lecciones aprendidas en aquella cueva mágica. Y nunca olvidaron que todos los seres tienen algo importante que decir si sabemos escucharlos.

FIN.

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