El camino hacia una vida activa y saludable
Había una vez una niña llamada Cris, a quien le encantaba jugar al aire libre y divertirse con sus amigos. Sin embargo, tenía un problema: no quería hacer gimnasia y tampoco comía verduras.
Esto preocupaba mucho a su mamá, porque sabía lo importante que era mantenerse activo y comer alimentos saludables para tener un cuerpo sano. Un día, mientras Cris jugaba en el parque con sus amigos, se tropezó y cayó al suelo.
Se lastimó la rodilla y tuvo que ir al hospital a recibir tratamiento. Allí, el médico le dijo que su lesión había sido causada por la falta de ejercicio y una dieta poco saludable. Cris se sintió muy triste al escuchar esto.
Sabía que había estado evitando hacer gimnasia y comer verduras porque no le gustaban, pero ahora entendía lo importante que eran para su salud.
Al llegar a casa esa noche, Cris habló con su mamá sobre lo ocurrido en el hospital. "Mamá -dijo- sé que he estado haciendo mal al evitar hacer gimnasia y comer verduras, pero no me gustan".
La mamá de Cris sonrió cariñosamente: "Entiendo cómo te sientes -dijo-, pero hay muchas maneras de hacer ejercicio sin aburrirte o sentirte incómoda". Y así comenzaron juntas a buscar nuevas formas divertidas de ejercitarse.
Primero probaron bailar juntas en casa escuchando música animada; luego fueron juntas al parque varias veces por semana para practicar juegos deportivos con otros niños. A medida que Cris se iba acostumbrando cada vez más a estar activa, su cuerpo empezó a sentirse mejor y más fuerte.
En cuanto a las verduras, la mamá de Cris le enseñó a cocinarlas de diferentes maneras para que no se sintieran tan aburridas. Descubrieron que algunas verduras podían ser deliciosas si se preparaban con especias o salsas sabrosas; también probaron hacer ensaladas coloridas y jugosas que resultaron ser muy ricas.
Con el tiempo, Cris comenzó a disfrutar cada vez más de hacer gimnasia y comer verduras. Se sentía feliz consigo misma por estar tomando mejores decisiones para su salud, y además había descubierto nuevas actividades divertidas para compartir con sus amigos.
Un día, mientras estaba en el parque jugando al fútbol con sus amigos, Cris se dio cuenta de lo mucho que había cambiado.
Ya no era la niña sedentaria y reacia a las verduras que solía ser: ahora era una chica activa y saludable que disfrutaba de todo tipo de deportes y comidas nutritivas. Se sintió muy orgullosa de sí misma por haber superado sus miedos iniciales y haber aprendido algo nuevo sobre sí misma.
Y así fue como Cris descubrió el valor del ejercicio físico y una alimentación saludable: gracias al amor y apoyo incondicional de su madre, pero también gracias a su propia determinación para cambiar hábitos poco saludables por otros más beneficiosos.
FIN.