El Camión de las Emociones
Era una mañana soleada cuando Martina decidió explorar el bosque cerca de su casa. Con su mochila llena de bocadillos y su inseparable cuaderno, se adentró entre los árboles altos y frondosos. Mientras caminaba, escuchó un sonido peculiar. -¿Qué será eso? -se preguntó.
Siguió el sonido hasta que, entre los arbustos, vio un viejo camión de colores brillantes. El camión parecía parado allí desde hacía mucho tiempo.
-¡Qué camioncito más lindo! -exclamó Martina, emocionada. Tenía un enorme dibujo de un sol sonriente en la puerta. Se acercó curiosa y, al asomarse, notó que las cajas estaban amontonadas en la parte de atrás. La curiosidad la invadió. -Vamos a ver qué hay dentro -se dijo y con un pequeño esfuerzo, abrió una de las cajas.
Para su sorpresa, la caja tenía una etiqueta que decía: 'Felicidad'. Al abrirla, una luz brillante salió disparada y en el aire se formaron burbujas de colores. Martina, impactada, sintió una ola de alegría recorriendo su cuerpo. -¡Esto es increíble! -gritó.
Decidió abrir otra caja. Esta decía 'Tristeza'. Cuando la abrió, una suave melodía empezó a sonar, y en vez de burbujas, parecían salir lágrimas de cristal. Martina sintió una punzada en su corazón, pero al mismo tiempo, entendió que a veces está bien sentirse triste. -Es parte de la vida -pensó.
Intrigada, continuó abriendo cajas. La siguiente decía 'Amistad'. Al abrirla, cientos de pequeños muñecos de papel comenzaron a volar por el aire, formando un círculo alrededor de ella. -¡Amistad! -rió Martina. -¡Qué lindo! Siento que tengo muchos amigos!
Pero, mientras exploraba el camión, algo la inquietó. -¿Y si alguien más necesita estas emociones? -se preguntó. Hasta el momento, había disfrutado cada una, pero en su corazón, sabía que no era solo para ella.
Entonces, decidió cerrar las cajas. -Voy a traer a mis amigos. Todos deben conocer esto. -dijo con determinación. Salió corriendo por el camino del bosque, ansiosa por compartir su descubrimiento.
Cuando llegó a su casa, reunió a sus amigos en el parque. Todos estaban emocionados por la aventura. -Les tengo una sorpresa -dijo Martina, guiándolos hacia el bosque. Al llegar al camión, sus ojos brillaban de ilusión. -¡Miren este camión! -exclamó.
Sus amigos miraron fascinados cada una de las cajas. Martina les explicó lo que había encontrado. -Podemos abrir cada caja juntos -sugirió. Así, cada uno tuvo la oportunidad de experimentar las emociones. Unos se rieron y otros lloraron, pero todos aprendieron algo sobre sí mismos y sobre los demás.
-¡Esto es espectacular! -dijo uno de sus amigos, aplaudiendo. -Ahora entiendo que es normal sentirse triste a veces. -Sí, y que compartir la felicidad es lo mejor de todo -agregó otra amiga.
El grupo decidió que, aunque el camión solo estaba en el bosque, podían llevar esas emociones con ellos en sus corazones. Y así, Martina y sus amigos envolvieron el camión en el cálido abrazo de la amistad. Cada vez que querían recordar esas emociones, solo tenían que mirar hacia adentro, donde las cajas seguían esperando, llenas de colores y sonidos mágicos.
Desde aquel día, Martina y sus amigos hicieron del bosque su lugar especial. Cada semana volvían al camión, no solo para jugar, sino también para hablar sobre sus sentimientos y apoyarse mutuamente. Descubrieron que la amistad es el mejor camión que uno puede tener, un camión que siempre nos lleva a la felicidad, a la tristeza y a todas las emociones importantes en la vida.
Y así, en un rincón del bosque, el camión de las emociones se convirtió en un símbolo de descubrimiento, un lugar donde la alegría, la tristeza y la amistad se entrelazaban, enseñando a los pequeños del lugar que cada emoción tiene su lugar y tiempo, y que, al compartir, la vida puede ser mucho más bella.
FIN.