El campamento de los sueños
Era una soleada mañana en el pequeño pueblo de Arcoiris, donde los niños jugaban felices bajo el brillante sol. Dos amigos inseparables, Tomás, un niño de 7 años con cabello negro, y Valentina, una niña de 7 años con cabello corto y rubio, se preparaban para una aventura emocionante.
"¡Hoy es el gran día, Tomás!" - exclamó Valentina, mientras se ataba las zapatillas con emoción.
"Sí, Valé, estoy listo para la aventura del campamento de verano. ¡No puedo creer que ya estemos aquí!" - respondió Tomás, sonriendo de oreja a oreja.
Los dos amigos se dirigieron al campamento, donde otros niños también se estaban preparando para la diversión. Al llegar, una educadora les dio la bienvenida y les explicó sobre las actividades que harían durante la semana: juegos, manualidades, y una noche de campfire donde contarían historias.
Sin embargo, cuando comenzaron las actividades, notaron que había un grupo de niños alejados, tristes y sin participar en los juegos.
"Valé, ¿por qué no invitemos a esos chicos a unirse?" - sugirió Tomás.
La niña asintió con determinación.
"¡Buena idea!" - dijeron al unísono.
Se acercaron al grupo y presentándose, les dijeron:
"¡Hola! Somos Tomás y Valentina. Este campamento es para divertirnos juntos. ¿Quieren jugar con nosotros?"
Los otros niños, un poco tímidos, miraron con curiosidad antes de responder.
"No sabemos jugar muy bien..." - dijo una niña de cabello rizado.
"No importa, ¡podemos aprender juntos!" - exclamó Valentina con una gran sonrisa.
Así, juntos empezaron a jugar a distintos juegos. De a poco, el grupo se fue uniendo más y más, hasta que todos los niños estaban riendo y divirtiéndose.
"Mirá, al final, ¡todos estamos felices!" - dijo Tomás mientras lanzaba una pelota para atrapar.
Pero, de repente, se escuchó un grito. Un niño había caído y se había hecho un raspón en la rodilla.
"¡Ayuda!" - gritaba. Todos se quedaron en silencio y miraron a su alrededor, inseguros sobre qué hacer.
Valentina se acercó rápidamente.
"¡No te preocupes, ven aquí! Voy a ayudarte. Tomás, busca un poco de agua y una venda, por favor."
Tomás corrió hacia la tienda de primeros auxilios, y Valentina se quedó hablando con el niño mientras él llegaba.
"Todo va a estar bien, solo es un raspón. Solo necesitas un poco de cariño y un poco de cuidado. ¡Eres muy valiente!"
Cuando Tomás regresó, Valentina le ayudó a limpiar la herida y a colocarle una venda.
"¡Ya está! ¡Eres un héroe!" - dijo Valentina animándolo.
El niño sonrió, y los demás comenzaron a aplaudir. La alegría se había multiplicado, todos estaban unidos y apoyándose mutuamente.
Ahora, todos los niños del campamento jugaban juntos, y la risa se escuchaba en todo el lugar.
Al anochecer, era hora del campfire. Con marshmallows y guitarras, todos se sentaron alrededor del fuego mientras contaban historias de aventuras y amistad.
"Hoy fue el mejor día del campamento, gracias a ustedes dos," - dijo uno de los nuevos amigos.
"Sí, porque no tenemos que estar solos; podemos compartir y ayudar a los demás," - añadió Tomás.
"¡Y crear recuerdos para siempre!" - agregó Valentina, sonriendo ampliamente.
Así, entre risas y buenos momentos, Tomás y Valentina aprendieron que la verdadera alegría se encuentra en la amistad, la solidaridad y el trabajo en equipo.
Esa noche, mientras las estrellas brillaban en el cielo, todos los niños se fueron a dormir con una sonrisa en sus rostros, soñando con más aventuras juntos.
FIN.