El Campamento Inolvidable
Era una mañana soleada en la Escuela Primaria Los Arbolitos. La maestra Ana, conocida por su energía inagotable, había convocado a todos sus alumnos para una reunión especial. El gran día del campamento estaba a la vuelta de la esquina y era hora de armar las mochilas y organizar las actividades.
"Chicos, ¿están emocionados por el campamento?" - preguntó la seño Ana con una sonrisa.
"¡Sí!" - gritaron todos al unísono.
Los estudiantes se miraron entre ellos, sabiendo que un sinfín de aventuras los esperaba. Pero primero, había que planear. La seño Ana había traído una gran hoja de papel y algunos marcadores.
"Vamos a hacer una lista de lo que tenemos que llevar y los juegos que queremos jugar. ¿Quién empieza?" - desafió.
"¡Yo!" - gritó Valentina, la más pequeña del grupo. "Necesitamos mucha agua para mantenernos hidratados."
"Y no olvidemos la comida, ¡no quiero morirme de hambre!" - agregó Tomás, que siempre tenía un gran apetito.
La seño Ana anotó todo en la lista mientras la clase se llenaba de ideas. Luego, llegaron a los juegos.
"Propongo una búsqueda del tesoro en el bosque" - sugirió Mateo, el más aventurero del grupo.
"Yo quiero hacer una competencia de carpas para ver quién la arma más rápido!" - añadió Valeria, con la mirada llena de emoción.
Tras muchas risas y propuestas, la lista estaba lista. Todos estaban entusiasmados por participar en la búsqueda del tesoro y por la competencia de carpas.
El día del campamento, los niños llegaron al parque con sus mochilas cargadas. A medida que montaban las carpas, el aire se llenaba de risas y desafíos. La competencia de armar carpas se volvió más intensa, y cada grupo trataba de superar al otro.
"¡Vamos, equipo! ¡Un, dos, tres!" - gritó Valía, mientras su equipo luchaba por colocar la última estaca de la carpa.
Al cabo de unos minutos, todas las carpas estaban armadas. Era hora de la búsqueda del tesoro. La seño Ana les dio un mapa que había dibujado, lleno de pistas divertidas y acertijos.
"La primera pista dice: 'Voy y vuelvo, pero nunca camino. Encuéntrame en el agua que brilla, el lugar donde nadamos sin miedo'. ¿Sabés dónde ir, chicos?" - explicó Ana.
"¡Al lago!" - gritaron todos.
Los niños corrieron hacia el lago, entusiasmados. Allí encontraron la primera pista y, por supuesto, jugaron un rato salpicándose unos a otros. Después de resolver más acertijos, lograron encontrar un cofre lleno de golosinas y pequeños regalos.
"¡Lo conseguimos!" - exclamó Tomás mientras los demás lo rodeaban.
Pero cuando abrieron el cofre, notaron que había un tercer papel en el fondo.
"¡Es una prueba final!" - dijo Valentina intrigada. "Dice: 'El verdadero tesoro es compartir. ¡Reúnanse, amigos, y celebremos juntos!'."
Todos se miraron confundidos, hasta que Mateo aclaró:
"¡Eso significa que debemos compartir nuestras golosinas!"
Rápidamente, comenzaron a repartir todo en pequeños grupos, riendo y disfrutando juntos de sus premios.
"No hay nada mejor que compartir con amigos", reflexionó Ana al ver la alegría en sus rostros.
La tarde terminó con juegos, risas y un enorme picnic bajo un hermoso árbol. Cada uno de los estudiantes había aprendido el valor de la amistad y la gratitud. Al final del día, se despidieron con el corazón lleno y con la promesa de un próximo campamento.
"¡Qué día increíble!" - exclamó Valeria mientras regresaban.
"No puedo esperar para el próximo. ¡Por favor, seño, hagámoslo de nuevo!" - pidió Tomás, sonriendo.
Y así, los alumnos de la Escuela Primaria Los Arbolitos volvieron a casa, recordando que el verdadero tesoro de un campamento no son solo las aventuras, sino también los momentos compartidos y las amistades que crecen en cada actividad.
La seño Ana sonrió, sabiendo que había sembrado una valiosa lección en cada uno de ellos, un eco que resonaría en sus corazones por siempre.
FIN.