El campeón de la pasión



Bauty era un niño apasionado por el fútbol. Desde que comenzó a caminar, su padre le regaló una pelota y desde entonces no se separaba de ella.

Cada vez que podía, jugaba con sus amigos en la plaza del barrio y soñaba con ser como Lionel Messi o Diego Maradona.

Un día, mientras veía un partido de la selección argentina en la televisión junto a su familia, Bauty se emocionó al ver a los jugadores levantando la copa del mundo. Desde ese momento, decidió que quería ganarla algún día. "¡Papá! ¿Crees que yo pueda ganar la copa del mundo algún día?"- preguntó entusiasmado.

"Por supuesto hijo, si te esfuerzas y trabajas duro todos los días para mejorar tus habilidades puedes lograrlo"- respondió su padre con una sonrisa en el rostro. A partir de ese día, Bauty se dedicó aún más al fútbol.

Todos los días practicaba en su casa e iba a entrenar al club del barrio. Se esforzaba cada vez más para mejorar sus habilidades y aprender nuevas técnicas. Una tarde mientras jugaban contra otro equipo del barrio, Bauty tuvo una lesión en el tobillo derecho después de hacer un mal movimiento.

A pesar del dolor intenso que sentía, no quería salir del campo porque sabía lo importante que era ese partido para su equipo. "No puedo salir ahora chicos"- dijo Bauty entre lágrimas-. "Tenemos que ganar este partido".

Sus compañeros entendieron lo importante que era el juego para él y decidieron ayudarlo a seguir adelante. Lograron empatar el partido y luego ganarlo gracias a un gol de Bauty.

Después del partido, su entrenador lo felicitó por su gran actuación y le dijo que era un jugador muy valiente. "Eres un verdadero guerrero Bauty, nunca te rindes"- dijo el entrenador con admiración. A partir de ese momento, Bauty se convirtió en el líder del equipo.

Todos sus compañeros lo admiraban por su dedicación al fútbol y por su coraje dentro del campo. Un día, mientras jugaban un partido importante para clasificar al torneo local, Bauty recibió una tarjeta amarilla después de cometer una falta fuerte.

A pesar de las protestas de sus compañeros y la multitud que estaba en las gradas, el árbitro no cambió su decisión. "No importa chicos, aún podemos ganar este partido"- dijo Bauty motivando a sus compañeros.

Poco tiempo después, durante los minutos finales del encuentro, uno de los jugadores rivales cometió una falta similar a la que había hecho Bauty pero esta vez fue expulsado.

Con un jugador menos en el campo rival, el equipo de Bauty logró marcar un gol en los últimos segundos del partido y clasificar al torneo local gracias a él. Después del partido todos celebraron con alegría y entusiasmo la victoria conseguida.

Mientras levantaban a Bauty en hombros para festejarlo como héroe local él recordaba aquella imagen vista hacía años atrás: Messi levantando la copa mundialista. Desde aquel día supo que quería ser como él algún día.

Bauty continuó trabajando duro cada día para mejorar sus habilidades y cumplir su sueño de ganar la copa del mundo. Sabía que el camino no sería fácil, pero no se rendiría jamás. Un día, después de muchos años de entrenamiento y esfuerzo, Bauty recibió una llamada muy importante.

Era nada menos que el director técnico de la selección argentina invitándolo a unirse al equipo para disputar la copa del mundo en Rusia. "¡Papá! ¡Mamá! ¡Me convocaron para jugar en la selección!"- gritó emocionado.

"Estamos orgullosos de ti hijo"- dijo su padre con lágrimas en los ojos-. "Siempre supimos que lo lograrías". Bauty viajó a Rusia junto con sus compañeros de equipo y dejó todo en cada partido.

Llegaron a las semifinales donde jugarían contra Brasil, uno de los equipos más fuertes del torneo. El partido fue muy duro e intenso desde el primer minuto. Bauty luchaba por cada pelota y corría sin parar para ayudar a su equipo.

Cuando faltaban pocos minutos para terminar el partido, Argentina ganaba 1-0 gracias a un gol suyo. Brasil tenía un tiro libre peligroso cerca del área argentina cuando sonó el silbato final. El sueño se había cumplido: Argentina era finalista y Bauty estaba más cerca que nunca de levantar la copa mundialista.

La final fue aún más difícil que las otras etapas del torneo pero gracias al esfuerzo y dedicación del equipo argentino lograron ganar por 2-1 frente a Alemania con otro golazo de Bauty quien recibió además el premio al mejor jugador joven del campeonato.

Cuando llegó el momento de levantar la copa del mundo, Bauty no podía creer lo que estaba sucediendo. Todo ese trabajo y esfuerzo habían valido la pena.

Miró hacia las gradas y vio a sus padres llorando de emoción, a sus amigos saltando de alegría. "¡Lo logramos chicos!"- dijo Bauty con lágrimas en los ojos-. "Gracias por haberme ayudado a cumplir mi sueño".

Todos se abrazaron con alegría mientras la gente cantaba y festejaba en las calles. Bauty sabía que aquel momento sería inolvidable para él y para todos los que lo acompañaron en el camino hacia la victoria.

Desde entonces, cada vez que jugaba un partido recordaba aquellos momentos felices y motivadores que le llevaron a cumplir su sueño. Sabía que cualquier cosa era posible si trabajaba duro, se esforzaba al máximo y nunca perdía la fe en sí mismo.

El futuro era incierto pero Bauty estaba seguro de una cosa: seguiría luchando por nuevos objetivos porque había aprendido una gran lección: nada es imposible cuando se tiene pasión por algo.

FIN.

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