El campeón de las letras
Había una vez en la escuela Illimani 26 de Abril B un niño llamado Wiliam que era el más pequeño del curso 3cero C. A pesar de ser chiquito, tenía un gran corazón y muchas ganas de aprender.
Sin embargo, había algo que le costaba mucho: ¡aprender a leer! Wiliam veía cómo sus compañeros leían cuentos maravillosos y él se quedaba mirando las páginas sin entender nada.
Se sentía triste y frustrado, pero no se dio por vencido. Decidió pedir ayuda a su maestra, la señorita Rosa, quien con mucha paciencia y cariño comenzó a enseñarle las letras y los sonidos. Los días pasaban y Wiliam practicaba sin descanso.
Repetía una y otra vez las palabras, deletreaba cada letra con esfuerzo y dedicación. A veces se equivocaba, pero no se desanimaba; al contrario, eso lo motivaba a seguir adelante. Un día, la señorita Rosa organizó una actividad especial en clase: un concurso de lectura.
Todos los niños debían leer en voz alta un cuento corto frente a sus compañeros. Wiliam estaba nervioso, pero recordó todo lo que había aprendido y decidió participar.
"¡Vamos Wiliam! Tú puedes hacerlo", le dijo la señorita Rosa antes de empezar. Wiliam respiró hondo, tomó el libro entre sus manos temblorosas y comenzó a leer en voz alta.
Al principio titubeaba un poco, pero conforme avanzaba en la historia su voz se fue haciendo más firme y segura. Los demás niños lo escuchaban atentamente, maravillados por su valentía y determinación. Al terminar de leer el cuento, todos aplaudieron emocionados. La señorita Rosa abrazó a Wiliam con orgullo y felicidad.
"¡Bravo Wiliam! ¡Eres un campeón!", exclamaron sus compañeros emocionados. Desde ese día, la vida de Wiliam cambió por completo. Descubrió el maravilloso mundo de la lectura y ya no pudo parar de leer libros enteros por sí mismo.
Se convirtió en el mejor lector del curso e inspiró a muchos otros niños a nunca rendirse ante los desafíos.
Y así, gracias a su esfuerzo constante y su valentía para enfrentar sus miedos, Wiliam demostró que no importa cuán pequeño seas o cuántas dificultades encuentres en el camino; siempre hay una luz al final del túnel si mantienes tu corazón lleno de ilusión y tus sueños bien vivos en tu mente.
FIN.