El campeón en la oscuridad
Había una vez en el tranquilo pueblo de Wilde, un niño llamado Rufo que era un experto malabarista. A Rufo le encantaba jugar al básquetbol con su tío Nico, quien también era muy habilidoso en ese deporte.
Juntos formaban un equipo imbatible. Un día soleado, Rufo y Nico decidieron ir al parque a jugar un partido de básquetbol contra otro equipo local.
El ambiente estaba lleno de emoción y energía mientras los jugadores se preparaban para el gran enfrentamiento. El partido comenzó y ambos equipos estaban dando lo mejor de sí. Los tiros, las volcadas y los pases impresionantes llenaban el aire.
Rufo demostraba su destreza como malabarista, haciendo movimientos increíbles con la pelota mientras driblaba hacia la canasta. Faltando tan solo 8 minutos para que terminara el partido, algo inesperado sucedió: ¡se cortó la luz! Las luces del parque se apagaron repentinamente dejando a todos en completa oscuridad.
Los jugadores quedaron desconcertados y sin saber qué hacer. Rufo no se rindió fácilmente. Con una sonrisa valiente en su rostro, dijo: "No importa si está oscuro, todavía podemos terminar este partido". Nico asintió emocionado por la determinación de su sobrino.
Ambos equipos acordaron volver una semana después para terminar el partido interrumpido por la falta de luz. Durante esa semana, Rufo practicó incansablemente sus habilidades de malabarismo mientras esperaba ansiosamente el día del desafío final. Finalmente llegó el día esperado.
El parque estaba lleno de gente emocionada por presenciar el desenlace del partido. Rufo y Nico se encontraban listos para mostrar su mejor juego.
El árbitro dio la señal para comenzar, y los jugadores saltaron al campo con energía renovada. Rufo demostró una vez más su habilidad en el malabarismo mientras driblaba la pelota y anotaba canastas impresionantes. Pero el equipo contrario no se quedaba atrás. Jugaban con pasión y determinación, haciendo todo lo posible por ganar.
Cada minuto que pasaba, la tensión aumentaba. Cuando faltaban solo 2 minutos para terminar el partido, el equipo contrario tomó la delantera por un punto. Rufo sabía que tenía que hacer algo espectacular si quería ganar.
Concentrado en sus movimientos, Rufo comenzó a hacer malabares con tres pelotas al mismo tiempo mientras avanzaba hacia la canasta rival. Esquivando a los defensores hábilmente, lanzó la pelota al aire y realizó un increíble tiro desde mitad de cancha.
Todos contuvieron el aliento mientras la pelota volaba por el aire... ¡y entró! La multitud estalló en aplausos y gritos de emoción. Rufo había logrado anotar un triple sensacional justo cuando sonaba la chicharra final.
El equipo de Rufo y Nico ganó ese partido tan esperado gracias a su perseverancia y habilidades únicas. Aprendieron que nunca debían rendirse ante los obstáculos y siempre buscar soluciones creativas incluso en situaciones difíciles como cuando se corta la luz.
Rufo se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo, demostrando que con determinación y práctica se pueden alcanzar grandes logros.
Desde ese día, el parque de Wilde se llenó de niños practicando malabares mientras jugaban al básquetbol, inspirados por la valentía y talento de Rufo. Y así, Rufo y Nico continuaron jugando juntos, disfrutando cada partido como una oportunidad para aprender y superarse a sí mismos.
Juntos demostraron que no importa cuántas veces te caigas, siempre puedes levantarte y seguir adelante.
FIN.