El campesino sordo y la amistad mágica


Había una vez un hombre llamado Juan, que tenía una barba larga y tupida y era sordo desde que era niño.

Vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y se dedicaba a cultivar la tierra para ganarse la vida. Un día, mientras trabajaba en su huerta, vio a lo lejos a una mujer extraña vestida con túnicas negras. Era la bruja del pueblo, pero Juan no le tenía miedo como los demás habitantes.

La observó con curiosidad hasta que ella se acercó y le preguntó cómo estaba. "Hola, Juan ¿cómo estás?" -preguntó la bruja. Juan no pudo escucharla y señaló sus oídos para explicarle su condición.

La bruja entendió perfectamente su problema y decidió ayudarlo. Le hizo señas para que la siguiera hasta su cabaña en el bosque cercano al pueblo. Una vez allí, comenzaron a trabajar juntos en un hechizo para curar la sordera de Juan.

La bruja utilizó hierbas mágicas y rituales ancestrales para invocar el poder de los dioses antiguos. Después de varias horas de trabajo intenso, finalmente lanzaron el hechizo sobre Juan. Éste sintió un zumbido fuerte en sus oídos seguido por una sensación extraña.

De repente, pudo escuchar claramente todos los sonidos del bosque: los pájaros cantando, las hojas crujientes bajo sus pies e incluso el río cercano fluyendo con fuerza. "¡Lo hiciste! ¡Puedo escuchar!" -exclamó Juan emocionado.

La bruja sonrió y le dijo que esto era solo el comienzo de una nueva vida para él. Juan estaba tan agradecido que decidió invitarla a su casa para celebrar juntos. A partir de ese día, Juan y la bruja se hicieron muy amigos.

Él le enseñaba sobre la naturaleza y el cultivo de la tierra, mientras ella compartía sus conocimientos mágicos con él. Pero no todo fue felicidad en el pueblo.

Un día, un grupo de aldeanos enfurecidos llegaron a la cabaña de la bruja acusándola de brujería y amenazando con quemarla viva en una hoguera. Juan sabía que tenía que hacer algo para ayudar a su amiga.

Recordó un hechizo antiguo que había aprendido con ella y decidió usarlo para protegerla. Cuando los aldeanos llegaron a su huerta, Juan les enfrentó valientemente. Levantó las manos hacia ellos e invocó el poder del hechizo: "Dejen en paz a mi amiga o sentirán mi ira".

Los aldeanos sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos cuando escucharon esta advertencia. Se dieron cuenta de que estaban frente a alguien más poderoso que ellos mismos y decidieron retirarse sin hacerle daño a nadie.

Juan regresó triunfante junto con la bruja, quien se emocionó mucho por lo ocurrido. Le dio las gracias por ser un amigo tan fiel y le prometió siempre estar allí cuando lo necesitara.

Desde entonces, Juan vivió felizmente en su huerta rodeado del amor y respeto de todos los habitantes del pueblo. Y aunque a veces extrañaba la tranquilidad de su sordera, sabía que había ganado algo mucho más valioso: una amistad verdadera con alguien muy especial.

Dirección del Cuentito copiada!