El Campesino y su Perro



En un hermoso campo lleno de flores amarillas, vivía un campesino llamado Don Miguel. Todos los días, se despertaba al amanecer para cuidar de sus cultivos y de sus animales. Pero lo que más adoraba Don Miguel era a su fiel perro, Toby, un golden retriever que siempre lo acompañaba en sus aventuras.

Una mañana, mientras Don Miguel cosechaba maíz, Toby comenzó a ladrar con mucho entusiasmo.

"¿Qué te pasa, Toby?" - preguntó Don Miguel, mirando hacia donde el perro apuntaba con su hocico.

Toby corrió hacia un arbusto, haciendo que un grupo de pájaros saliera volando en desbandada. Don Miguel se acercó y, al inspeccionar, encontró un pequeño conejo atrapado.

"¡Mirá, Toby! Este conejo necesita ayuda." - dijo Don Miguel, con compasión.

"Guau, guau!" - ladró Toby, moviendo la cola emocionado.

Don Miguel, con suavidad, tomó al conejo en sus manos y le dijo:

"No te preocupes, pequeño amigo, te sacaré de aquí."

Después de liberar al conejo, Don Miguel se dio cuenta de que el lugar por donde había encontrado al conejito estaba lleno de malas hierbas que ocupaban espacio en el cultivo. Se quedó pensando en cómo podrían ocuparse de eso juntos.

"Toby, ¿qué te parece si hacemos un concurso? Tú me ayudas a despejar este lugar y yo te prometo que después de eso, jugaremos a buscar la pelota hasta que nos cansemos." - propuso Don Miguel.

Toby parecía muy emocionado.

"¡Guau!" - ladró, como si estuviera de acuerdo.

Así que, armándose de herramientas, Don Miguel y Toby comenzaron a trabajar en el campo. Miguel tiraba las malas hierbas mientras Toby corría de un lado a otro, ayudando a arrastrar lo que podía con su entusiasmo canino. Fue un gran trabajo en equipo. Con cada zarandeo de las plantas, Don Miguel sentía que el campo se revitalizaba.

Después de un buen rato, terminaron la tarea y se sentaron a descansar. Don Miguel sacó una pelota de su mochila.

"Ahora es tu turno, Toby. A jugar se ha dicho!" - sonrió, lanzando la pelota.

Toby salió disparado tras de ella, ladrando de alegría, mientras Don Miguel se reía. Corrieron y jugaron, disfrutando del hermoso día. Pero, en su momento de diversión, notaron algo extraño. Los pájaros que antes habían volado asustados regresaban poco a poco, pero esta vez parecían cansados, sin energía.

"Algo les pasa a esos pájaros, Toby. No están bien, parece que no tienen fuerzas para volar." - le dijo Don Miguel.

Decidieron investigar. Ambos se acercaron al estanque cercano donde los pájaros se posaban, y Don Miguel notó que el agua del estanque estaba muy sucia, llena de plásticos y basura que habían sido arrojados por personas irresponsables.

"Esto no está bien, Toby. Si no hacemos algo, los pájaros no podrán vivir aquí. Debemos ayudar. " - le explicó, con determinación.

"Guau, guau!" - ladró Toby, como queriendo decir que estaba dispuesto a ayudar.

Don Miguel se puso a pensar en cómo podían hacer la limpieza. Volvieron al pueblo y hablaron con sus amigos sobre la situación.

"¡Chicos! Necesitamos ayuda para limpiar nuestro estanque. Los pájaros y otros animales necesitan un lugar donde vivir. ¿Quién se anima?" - exclamó Don Miguel.

Para su sorpresa, muchos niños y adultos se unieron a él y a Toby. Juntos, armados con bolsas de basura y guantes, se dirigieron al estanque. Durante horas, todos trabajaron en equipo, sacando plásticos y desperdicios del agua.

"¡Esto es muy divertido!" - dijo un niño.

"Sí, y es importante cuidar nuestro entorno!" - agregó otro.

Finalmente, después de un día de esfuerzo, el estanque volvió a brillar. La satisfacción llenó el corazón de Don Miguel y de todos los que lo habían ayudado.

"¡Lo logramos! Toby, mira cómo brillan el agua y el cielo de nuevo." - dijo Don Miguel, acariciando a su perro.

Toby ladró feliz, mirando a su alrededor, y uno a uno, los pájaros volvieron a sus lugares. Agradecidos por el esfuerzo, comenzaron a cantar melodías alegres.

"¡Mirá, Toby! ¡Ellos nos están agradeciendo!" - dijo Don Miguel, emocionado.

Ese día, no sólo aprendieron a cuidar su entorno, sino que también demostraron que cuando se trabaja juntos, pueden lograr grandes cosas. Desde entonces, Don Miguel y Toby se convirtieron en los guardianes del campo, siempre buscando formas de ayudar a la naturaleza y a los animales que los rodeaban.

Todos los días, sus aventuras continuaron, siempre listos para aprender algo nuevo y a hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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