El campo de las frutas encantadas



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Nutriente, tres hermanos muy curiosos y aventureros: Paula, Mario y Lucía.

Ellos sabían que los alimentos eran como pócimas mágicas que les daban energía y los ayudaban a crecer fuertes y sanos. Un día, mientras exploraban el bosque cercano a su casa, encontraron un arcoíris brillante que parecía llevar a un lugar desconocido. Intrigados, decidieron seguirlo hasta llegar a un campo lleno de frutas de colores vibrantes.

Había manzanas rojas, plátanos amarillos, naranjas jugosas y muchas otras delicias más. - ¡Qué maravilla! -exclamó Paula emocionada. - Sí, pero ¿qué hacemos aquí? -preguntó Mario confundido.

Lucía, la más lista de los tres, recordó algo que su abuela les había enseñado: "Los colores de las frutas indican los nutrientes que contienen. Comer una variedad de colores es importante para estar saludables". Así que decidieron probar todas las frutas del campo.

Comenzaron por las manzanas rojas, ricas en antioxidantes que protegían sus cuerpos de enfermedades. Luego se deleitaron con los plátanos amarillos llenos de potasio para tener huesos fuertes. - ¡Esto es delicioso! Y nos hace bien -dijo Mario sorprendido.

- Claro, cada alimento tiene su superpoder especial -explicó Lucía con una sonrisa. De repente, vieron unas moras moradas brillantes en lo alto de un árbol. Quisieron alcanzarlas pero estaban fuera de su alcance.

Fue entonces cuando recordaron algo más que su abuela les había dicho: "Trabajando juntos pueden lograr cualquier cosa". Así que se organizaron: Paula sujetaría a Mario en sus hombros mientras Lucía treparía al árbol para reagarrar las moras.

Con esfuerzo y cooperación lograron su cometido y disfrutaron juntos de las moras llenas de fibra para tener buena digestión.

Al regresar a casa con sus bolsas llenas de frutas frescas, compartieron su increíble aventura con sus padres quienes se sintieron orgullosos de ellos por haber aprendido la importancia de una alimentación balanceada y colorida. Desde ese día en adelante, Paula, Mario y Lucía se convirtieron en expertos nutricionistas infantiles del pueblo.

Ayudaban a otros niños a descubrir el poder de los alimentos y cómo podían mejorar su salud simplemente comiendo variado y colorido. Y así vivieron felices por siempre jamás en Villa Nutriente donde todos aprendieron la valiosa lección de cuidar su cuerpo desde adentro con una alimentación sana y equilibrada.

FIN.

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