El Cangrejo, el Fantasma y los Lentes Mágicos



Era una hermosa mañana en la playa de Marazul. El sol brillaba en lo alto y las olas danzaban suavemente contra la orilla. En medio de la arena, un pequeño cangrejo llamado Cangri estaba buscando conchas para adornar su hogar. Su caparazón era de un rojo brillante y sus pequeñas patas se movían rápidamente de un lado a otro.

Mientras Cangri recolectaba conchas, notó algo extraño. Justo al lado de una roca, había un par de lentes brillantes. "¿Qué será esto?", se preguntó, mientras se acercaba con curiosidad.

"¡Hola! ¡No te asustes!" - dijo una voz suave.

Cangri miró a su alrededor y, para su sorpresa, vio a un fantasma flotando cerca de los lentes. Era un fantasma amistoso llamado Gabo, que había estado vagando por la playa en busca de un propósito.

"Soy Gabo, el fantasma de esta playa. Y esos lentes son mágicos. Te permiten ver cosas que los demás no pueden ver. ¿Te gustaría probarlos?" - preguntó Gabo con un tono juguetón.

Cangri, emocionado, asintió.

"¡Sí, por favor!" - exclamó.

Gabo le dio los lentes a Cangri, quien inmediatamente se los colocó. Al instante, la playa adquirió colores vibrantes y los animales marinos comenzaron a hablar.

"¡Mirá!" - dijo una estrella de mar que pasaba "Con esos lentes, puedes ver el mundo de una manera diferente. ¡Como en un cuento!".

Cangri sonrió, pero pronto se dio cuenta de que había más en esa playa de lo que parecía. Vio a un grupo de peces muy tristes cerca de la casa que estaba a la vista.

"¿Por qué están tan tristes?" - preguntó Cangri, bajando los lentes.

Gabo, con una expresión seria, le dijo:

"Esos peces están preocupados porque la casa de la playa está abandonada. Han estado buscando un nuevo hogar y sienten que no hay lugar para ellos."

Entonces Cangri tuvo una idea brillante.

"¡Podríamos ayudarles a encontrar un nuevo hogar!" - dijo con entusiasmo.

Gabo sonrió.

"Esa es una idea maravillosa. Juntos podemos hablar con los habitantes de la casa y proponerles una solución."

Los dos amigos se dirigieron hacia la casa, donde una amable familia había venido a repararla. Allí, encontraron a la familia trabajando.

Cangri, con los lentes puestos, vio que la familia podría ayudar a los peces.

"¡Hola!" - dijo Cangri. "Soy Cangri, y este es mi amigo Gabo. Nos hemos dado cuenta de que los peces necesitan un hogar. ¿Podrían ustedes ayudarlos?"

La familia se sorprendió al escuchar hablar a un cangrejo y a un fantasma.

"¡Claro que sí!" - respondió el padre "Podemos construir un pequeño estanque en su jardín. Así los peces tendrán un lugar donde vivir y también disfrutaremos de su belleza."

Cangri y Gabo se pusieron muy felices al escuchar esto. La familia empezó a trabajar en el estanque inmediatamente, y los peces, al escuchar sobre la propuesta, se llenaron de alegría.

"¡Gracias, Cangri! ¡Y gracias, Gabo!" - gritaron los peces al unísono, recuperando su brillo y color.

Pronto, el estanque fue terminado y los peces se mudaron a su nuevo hogar. La playa se llenó de risas y alegría, y la familia se comprometió a cuidar de ellos.

Cangri se dio cuenta de que, con un poco de esfuerzo y la ayuda de un amigo, se podían lograr cosas maravillosas.

"¡Vimos lo que los lentes pueden hacer!" - dijo Cangri mientras se los quitaba, metiéndolos cuidadosamente en su concha. "Pero el verdadero poder está en el amor y la amistad."

Gabo asintió, sintiendo una alegría genuina.

"Hoy hemos aprendido que ayudar a los demás es lo más bonito que podemos hacer. Gracias, Cangri, por ser mi amigo."

Desde ese día, Cangri y Gabo siguieron compartiendo aventuras en la playa, siempre recordando que la verdadera amistad y la bondad son los mejores lentes a través de los cuales ver el mundo.

Y así, en la playa de Marazul, un cangrejo redescubrió la magia de ayudar y un fantasma encontró su propósito: ser un gran amigo.

FIN.

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