El Cangrejo Valiente



Había una vez en una colorida playa, un pequeño cangrejo llamado Coco. Coco era un cangrejo feliz que disfrutaba de saltar entre las rocas y jugar con sus amigos. Sin embargo, había algo que lo tenía muy asustado: ¡los pies grandes que a veces aparecían en la arena!"¡Ay, no! Ahí vienen esos pies grandes otra vez!" - exclamó Coco, escondiéndose detrás de una roca.

Coco había escuchado historias sobre esos pies gigantes que dejaban huellas enormes en la playa. Se decía que eran los pies de un extraño gigante que caminaba por allí, y eso llenaba de temor a todos los cangrejos de la zona.

Un día, mientras sus amigos jugaban, Coco decidió que ya no quería tener miedo.

"Voy a enfrentar mi miedo, no puedo seguir escondiéndome" - se dijo a sí mismo. Con determinación, salió de su escondite y se acercó a la orilla.

Mientras se acercaba, vio que los pies grandes pertenecían a un niño llamado Lucas que estaba construyendo castillos de arena.

"¡Hola!" - saludó Lucas con entusiasmo. "¿Sabías que estoy construyendo un castillo enorme?"

Coco quedó sorprendido, en vez de un horrendo gigante, se encontró con un amable niño. Pero el cangrejo aún tenía dudas.

"¿No vas a aplastarme con esos pies?" - preguntó Coco con un poco de timidez.

"¿Aplastar? ¡No!" - rió Lucas. "Me encanta jugar con los animales de la playa. Jamás haría algo para lastimarlos. ¿Te gustaría ayudarme?"

Coco, sintiéndose más valiente, aceptó la invitación de Lucas. Durante horas, juntos construyeron castillos, hicieron túneles y llenaron la playa de risas y alegría. Lucas se aseguraba de moverse con cuidado para no asustar a los demás animales que habitaban allí.

Con cada risa y cada juego, Coco se dio cuenta de que no había razón para tener miedo de aquellos pies grandes.

"¡Son solo pies, y el chico es muy amable!" - pensó el cangrejo emocionado. Cuando el sol comenzó a ponerse, Lucas miró a Coco y le dijo:

"Gracias por ser mi amigo. Prometo que siempre cuidaré a los animales de la playa. ¡Eres un cangrejo valiente!"

Coco sonrió, sintiéndose orgulloso. En ese momento, entendió que a veces los miedos solo eran historias inventadas y que la mayoría de las veces, lo que parecía aterrador era solo algo nuevo y excitante por descubrir. Ahora, Coco no solo había enfrentado su miedo, sino que también había encontrado un amigo.

Desde ese día, Coco y Lucas se volvieron inseparables y juntos disfrutaron de aventuras en la playa, jugando y aprendiendo a cuidar el mundo que los rodeaba.

Coco se dio cuenta de que al enfrentar su miedo había abierto la puerta a nuevas experiencias y amistad. Y así, el pequeño cangrejo no solo superó el temor a los pies grandes, sino que se convirtió en un defensor de todos los animales de la playa, siempre recordando que la valentía a veces solo necesita un pequeño empujón.

Así, Coco aprendió que enfrentar los miedos puede llevarnos a maravillosas sorpresas y amistades que jamás hubiéramos imaginado.

FIN.

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