El Cantar de las Estrellas
En un pueblito alejado, donde los ríos susurraban y las flores nunca dejaban de bailar, vivía una niña llamada Clara. Su cabello dorado brillaba como el sol, y sus ojos reflejaban la curiosidad de su corazón. Clara pasaba sus días en el bosque, donde escuchaba las historias de sus abuelos, Don Pedro y Doña Rosa.
Un día, mientras paseaba, encontró un pequeño nido en una de las ramas más bajas. Dentro, había tres huevos, tibios y brillantes. Clara los observó con admiración.
"Son como tres tesoros escondidos", murmuró Clara.
Pasaron los días y Clara regresaba cada tarde para ver si los huevos habían cambiado. Un día, vio que uno de los huevos empezó a romperse. La niña se sentó con entusiasmo y asombro. Cuando finalmente salió un pequeño pajarito con plumas amarillas, Clara comprobó que estaba lleno de energía.
"Hola, pequeño amigo. ¿Cómo te llamas?" - preguntó.
El pajarito, aún tembloroso, miró a su alrededor y chirrió:
"No tengo nombre, pero me gustaría que me pusieras uno."
"Te llamaré Libero, porque serás libre como el viento." - dijo Clara mientras le sonreía.
A partir de ese día, Clara y Libero se hicieron grandes amigos. Cada tarde, mientras el sol se ocultaba, Clara le contaba sobre las historias de sus abuelos.
"Mis abuelos siempre dicen que debemos recordar nuestra historia y honrarla", le contaba.
"Claro, y aprender de ellos es como volar alto en el cielo", respondía Libero, aleteando feliz.
Un día, Libero se aventuró a explorar más allá de su nido. Clara se preocupó y decidió seguirlo, adentrándose en el bosque.
"Libero, espera! No te alejes tanto!" - gritó angustiada.
De repente, un fuerte viento sopló, llevándose a Libero hacia una parte del bosque que Clara no conocía. Ella lo vio desde lejos, intentando volar pero luchando contra el fuerte viento.
"¡Ayuda, Clara! ¡No puedo volver!" - chirrió Libero, justo antes de caer en una rama baja.
Clara llegó corriendo y, al ver a su amigo en problemas, pensó en lo que sus abuelos le habían enseñado.
"Libero, recuerda cómo volaste la primera vez, confía en tus alas!" - le dijo.
Libero cerró los ojos y comenzó a recordar las historias de sus abuelos. Entonces, utilizó su fuerza interior y, con un poderoso aleteo, logró liberarse de la rama y volar alto en el cielo.
"¡Lo hiciste, Libero!" - gritó Clara, llena de alegría.
Después de esa experiencia, Clara y Libero comprendieron que la libertad no solo se trata de volar alto, sino de aprender y mantenerse firmes ante los desafíos. Juntos, decidieron compartir sus aventuras con los demás.
"Vamos a contarles a todos del canto de las estrellas, de la fuerza de los abuelos y de cómo debemos cuidar nuestras historias y nuestros sueños", propuso Clara.
Así que cada noche, Clara y Libero reunían a sus amigos bajo el gran árbol del parque y les contaban historias sobre la libertad, la amistad y la importancia de recordar de dónde venimos.
"Así, nunca olvidaremos nuestras raíces y siempre podremos ser quienes somos", cerraba Clara.
FIN.