El Canto de las Estrellas



En un pintoresco pueblito argentino llamado Melodía, vivía una niña llamada Sofía. Sofía tenía una gran pasión por cantar, un talento que había heredado de su familia. Sus abuelitos, Don Miguel y Doña Rosa, siempre la alentaban a seguir su voz y su amor por la música. Un día, mientras ojeaba un viejo álbum familiar, Sofía encontró una antigua foto de sus abuelitos en un festival de canto en el pueblo. Las sonrisas de sus abuelitos brillaban como estrellas.

"¡Mirá, abuelo! ¡Eran ustedes!" - exclamó Sofía sorprendida.

"¡Sí, queridita! A nosotros nos encantaba cantar. La música nos unía y nos llenaba de alegría" - recordó Don Miguel con nostalgia.

Sofía sintió una chispa en su corazón y decidió que quería seguir los pasos de sus abuelitos. Así que, con su ukulele y su voz clara como el agua, salió al balcón de su casa y comenzó a cantar una canción escrita por ella misma, llena de sueños y esperanzas.

Sin embargo, algo inesperado sucedió. Al cantar, notó que una pequeña nube gris comenzó a aparecer en el cielo. Era la Nublina, una nube traviesa que siempre intentaba hacer que la gente se sintiera triste.

"¡Ay, no! La Nublina está aquí!" - se lamentó Sofía.

"No te preocupes, Sofía. ¡Tú puedes alegrarla!" - gritó Doña Rosa desde la cocina.

Sofía se armó de valor. Ella sabía que cantar con amor podía cambiar las cosas. Miró hacia la Nublina y le dijo con una sonrisa:

"¡Hola Nublina! Si cantas conmigo, podríamos hacer que el día sea más alegre!".

La Nublina se sorprendió. Nunca nadie le había hablado así.

"¿Cantar? ¿De verdad crees que podría? No tengo voz ni melodía como tú" - respondió, algo confundida.

"Todos tenemos una melodía dentro. Solo hace falta que el amor la despierte. ¡Ven, cántame algo!" - animó Sofía.

Tras un momento de duda, la Nublina decidió intentarlo. Con una voz temblorosa, comenzó a imitar los trinos de las aves que escuchaba por las mañanas. Sofía, emocionada, se unió a la canción, y su voz dulce se entrelazaba con los suaves acordes del ukulele. Juntas crearon una hermosa melodía que resonó en todo el pueblo.

Poco a poco, las nubes grises de la Nublina se fueron dissipando, y en su lugar aparecieron destellos de luz.

"¡Wow! Esto es maravilloso!" - gritó la Nublina, inclinándose hacia Sofía.

"¡Lo ves! ¡Cantar con amor puede traer luz incluso en los días grises!" - exclamó Sofía llena de alegría.

Agradecida y feliz, la Nublina comenzó a llevar su melodía por todo Melodía, llenando el ambiente de risas, sonrisas y canciones. Sofía se sintió orgullosa al ver que su canto había cambiado el día no solo de la Nublina, sino de toda su comunidad.

Cuando terminó el día, la Nublina se despidió de Sofía.

"Gracias por mostrarme el poder de la música. Nunca olvidaré esta lección. ¡Cantaré con amor siempre!" - dijo la nube iluminada.

Sofía volvió a casa y abrazó a sus abuelitos, quienes la escucharon con atención.

"Lo lograste, Sofía. Has demostrado que el amor y la música pueden unir incluso a las almas más tristes" - dijo Doña Rosa con orgullo.

Esa noche, mientras el cielo se llenaba de estrellas brillantes, Sofía se prometió a sí misma que siempre seguiría el canto de su corazón y el legado de sus abuelos. Sabía que su futuro estaba lleno de música, amor y aventuras, y estaba lista para vivirlo al máximo.

Así, Sofía decidió organizar un festival de canto en el pueblo, donde todos podrían compartir sus voces y celebrar el poder de la música. Y así, el legado de sus abuelitos y el nuevo canto de la Nublina quedaron grabados en el corazón de todos, recordándoles siempre que el amor puede transformar el mundo.

FIN.

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