El canto de las niñas y los lobos



Había una vez dos amigas llamadas Josefa y Carla que vivían en un pequeño pueblo rodeado de hermosos paisajes. Un día, decidieron ir a la plaza del pueblo a disfrutar de un soleado día de verano.

Ambas estaban muy emocionadas por pasar tiempo juntas y divertirse. Al llegar a la plaza, notaron que algo extraño estaba sucediendo. El ambiente se sentía tenso, como si hubiera algo malo acechando en cada rincón.

Las personas caminaban apresuradamente y evitaban mirarse entre sí. Josefa y Carla no entendían qué estaba pasando, pero decidieron investigar. Mientras recorrían el parque, escucharon unos aterradores aullidos provenientes del bosque cercano.

El miedo se apoderó de ellas, pero sabían que debían mantenerse valientes y encontrar una solución para proteger al pueblo. Decidieron acercarse al bosque para descubrir qué estaba causando tanto temor entre los habitantes.

Mientras avanzaban con cautela entre los árboles, vieron una manada de lobos hambrientos merodeando cerca de una cueva oscura. Los animales parecían estar sedientos de sangre. Josefa tuvo una idea ingeniosa: recordó haber leído sobre el poder pacífico de la música en un libro.

Le propuso a Carla buscar instrumentos musicales en el pueblo para enfrentar a los lobos con melodías tranquilizadoras. Ambas corrieron hacia las casas más cercanas y pidieron prestados todos los instrumentos que pudieran encontrar: guitarras, tambores, flautas e incluso algún piano pequeño.

Llenas de entusiasmo, regresaron al bosque y comenzaron a tocar hermosas melodías que llenaban el aire. Las notas musicales flotaban entre los árboles y llegaban a los oídos de los lobos. Al escuchar la música, los lobos se detuvieron en seco.

Sus ojos reflejaban sorpresa y calma al mismo tiempo. Poco a poco, fueron acercándose a Josefa y Carla, dejando atrás su ferocidad. Carla sonrió emocionada mientras tocaba una canción suave en la guitarra.

Los lobos se sentaron frente a ellas, moviendo sus colas al ritmo de la música. Era como si estuvieran disfrutando del concierto más maravilloso que jamás hubieran presenciado. Los habitantes del pueblo, asombrados por lo que veían, comenzaron a reunirse alrededor de Josefa y Carla.

Todos quedaron impresionados por el poder transformador de la música sobre los lobos salvajes. A partir de ese día, el pueblo decidió organizar conciertos regulares en la plaza para mantener contenta a la manada de lobos.

Los animales ya no eran vistos como una amenaza, sino como aliados pacíficos que protegían el equilibrio natural del bosque. Josefa y Carla aprendieron una valiosa lección: nunca subestimar el poder de la música para cambiar las situaciones más difíciles.

También comprendieron que enfrentar sus miedos con ingenio y coraje puede llevarlos hacia soluciones inesperadas pero efectivas. Desde aquel día, el pueblo vivió en armonía con los lobos gracias al talento musical de Josefa y Carla.

Ambas amigas se convirtieron en heroínas locales, recordándoles a todos que el miedo puede ser superado si nos atrevemos a enfrentarlo con amor y creatividad.

Y así, la plaza del pueblo se llenó de melodías felices y sonrisas eternas, inspirando a todas las personas a encontrar su propia forma de enfrentar sus miedos y convertirlos en oportunidades para crecer.

FIN.

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