El Canto de los Abuelos
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía una niña llamada Sofía. Tenía una curiosidad infinita y un corazón lleno de sueños. Sus abuelos, Don José y Doña Elena, eran conocidos por sus maravillosos cantos y las sabias historias que compartían en las noches de verano.
Una tarde, mientras jugaba en el jardín, Sofía escuchó una melodía suave que venía desde la casa de sus abuelos. Intrigada, se acercó y vio a Don José tocando la guitarra mientras Doña Elena cantaba con una voz dulce.
"¿Qué están cantando, abuelos?" - preguntó Sofía.
"Estamos cantando sobre los sueños, mi amor. Cada nota trae consigo un pedacito de sabiduría y amor. ¿Quieres escuchar?" - respondió Doña Elena con una sonrisa.
Sofía, emocionada, se sentó al lado de sus abuelos y escuchó atentamente. Cada canción hablaba sobre aventuras, risas y los momentos felices de la vida.
"Abuelos, ¿por qué sus canciones son tan especiales?" - consultó curiosa Sofía.
"Porque cada canto está lleno de amor y recuerdos, querida. Los abuelos tenemos una mirada diferente del mundo, y mediante el canto, compartimos nuestra sabiduría con ustedes, los más jóvenes" - explicó Don José, acariciando la guitarra.
Un día, Doña Elena tuvo una idea brillante: “¿Por qué no hacemos un concurso de canto en el pueblo? Así, todos podrán compartir sus historias a través de la música”. Sofía saltó de alegría.
"¡Sí, quiero participar!" - exclamó emocionada.
Los abuelos le enseñaron diferentes canciones y cada día, Sofía practicaba con dedicación. Sin embargo, mientras más se acercaba la fecha del concurso, más nerviosa se ponía. Temía no ser lo suficientemente buena.
"Abuelos, ¿y si no les gusta mi canto?" - preguntó con miedo.
"Mi amor, lo más importante no es ganar, sino cantar con el corazón. La gente siente la alegría de tu canto si lo haces con amor" - dijo Doña Elena sentándose a su lado.
El día del concurso llegó, y el parque del pueblo estaba lleno de personas ansiosas por escuchar las canciones. Sofía observó a los otros niños y vio que todos estaban nerviosos, igual que ella.
Cuando llegó su turno, Sofía se puso de pie, con el corazón latiendo fuerte. Recordó lo que sus abuelos le habían enseñado: cantar con amor. Respiró hondo, cerró los ojos y comenzó a cantar. A medida que su voz vibraba en el aire, sintió que cada nota contaba la historia de sus logros, sus sueños y el amor que sus abuelos le habían dado.
Al finalizar, el público la ovacionó con un estruendo de aplausos. Sofía abrió los ojos y sonrió, sintiéndose más feliz que nunca.
"¡Lo hiciste, Sofía! Estamos muy orgullosos de vos" - gritaron Don José y Doña Elena desde la multitud.
Aunque no ganó, se sintió como la verdadera ganadora. Aquella noche, cuando volvió a casa, los abuelos le enseñaron una nueva canción.
"¿Es esta otra de nuestras historias?" - preguntó Sofía.
"Sí, pero esta vez, es la historia de tu valentía y amor. Recuerda, siempre hay algo que aprender y compartir, y el canto nos ayuda a recordar lo mejor de cada uno" - dijo Don José con una sonrisa.
Sofía abrazó a sus abuelos, comprendiendo que el poder de los cantos y las historias era un regalo para toda la vida. Y así, con cada melodía, la sabiduría de sus abuelos continuó viviéndola a través del canto amoroso.
A partir de aquel día, Sofía nunca dejó de cantar, y cada vez que lo hacía, recordaba los consejos de los abuelos y la alegría que traían al mundo. Así el canto de los abuelos se convirtió en el canto de todos, uniendo al pueblo y llenándolo de amor y entusiasmo.
Cada año, el concurso se convirtió en una hermosa tradición, y todos, grandes y chicos, aprendieron a ver el mundo con ojos alegres, llenos de música y amor. Y en cada nota, estaba la sabiduría de quienes siempre llevaron la melodía en el corazón.
FIN.