El Canto de los Abuelos



Era un día radiante en el pueblo de Villa Arco Iris, donde los habitantes eran conocidos por su alegría y sus melodías. En este lugar, había un secreto muy especial: los cantos de los abuelos.

Los niños del pueblo siempre se reunían debajo del gran árbol de la plaza, esperando ansiosos que los abuelos empezaran a cantar. Era una tradición que se había transmitido de generación en generación.

Un día, entre los niños, se encontraba Lía, una pequeña con una curiosidad infinita y un amor por la música. "Abuelito, ¿puedes contarme por qué los cantos son tan especiales?"- preguntó, mientras se acomodaba en el regazo de su abuelo.

El abuelo rió con ternura. "¡Claro, Lía! Los cantos nos conectan con nuestras raíces. Son como puentes que nos llevan a momentos felices y recuerdos compartidos. Tienen el poder de iluminar nuestros corazones y hacernos sentir en casa"- dijo mientras comenzaba a entonar una melodía suave.

Ese día, Lía decidió que quería encontrar el origen de esos cantos mágicos. Cuando terminó la canción, se levantó y se dirigió a sus amigos. "¡Chicos! Voy a buscar la canción que me haga sentir tan feliz como las que cantan nuestros abuelos. ¡Vengan conmigo!"- propuso.

Sus amigos, emocionados, la siguieron. Juntos, recorrieron el pueblo, preguntando a las personas si sabían de algún canto especial. Pero no encontraron lo que buscaban.

"Quizás el secreto está en la montaña que mira el pueblo"- dijo Juan, un niño travieso que siempre tenía una idea brillante.

-Juntos, subieron a la montaña, donde el viento soplaba con fuerza. Allí, Lía propuso que cada uno contara su historia. "Quizás de nuestras historias salga una nueva canción"- sugirió.

Así, cada niño compartió algo especial de su vida. La historia de la abuela de Sofía, que había visto el mar por primera vez, y la de Manuel, que había ganado un concurso de cometas. Mientras hablaban, el sol comenzó a despedirse, y en ese momento, se unieron para cantar lo que habían compartido.

"Suenan nuestras historias, como un eco en el viento, somos melodías de sueños, creciendo en este momento"- cantaron juntos con alegría, dándole vida a una nueva canción.

Cuando volvieron al pueblo, estaban emocionados. "¡Lo logramos! ¡Hemos creado nuestra propia melodía!"- exclamó Lía.

Los abuelos, al ver la energía de los chicos, los invitaron a compartir su nueva canción. En la plaza, rodeados de risas y aplausos, Lía y sus amigos entonaron su creación.

"Mirá, estamos haciendo música de nuestras propias historias, al igual que nuestros abuelos"- dijo Manuel.

"Sí, y esto es solo el comienzo!"- agregó Lía. "Siempre podemos encontrar alegría en lo que compartimos. Cada uno de nosotros tiene una canción dentro"-.

A partir de ese día, los niños no solo escucharon los cantos de los abuelos, sino que también comenzaron a crear sus propias melodías, llenas de historias y risas. Comprendieron que el canto no solo era algo del pasado, sino que también podía ser su propio legado.

Y así, en Villa Arco Iris, las canciones siguieron sonando, llenas de alegría, amor y recuerdos.

FIN.

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