El Canto del Abuelo



En un pequeño pueblo llamado Alegría, vivía un niño llamado Tomás. Tomás era un niño curioso y soñador, siempre con una sonrisa en el rostro y un brillo especial en sus ojos. Su lugar favorito del mundo era la casa de su abuelo Juan, un viejo sabio que conocía todas las historias del pueblo y, sobre todo, sabía cantar.

Un día, mientras Tomás estaba sentado en el porche de la casa de su abuelo, escuchó una melodía dulce que provenía del jardín de flores. Se acercó y vio a su abuelo con la guitarra, sus ojos brillaban mientras cantaba:

"A todo con amor, a la vida con alegrías, el canto de mi abuelo es la alegría..."

Tomás se sentó a su lado, maravillado.

"Abuelo, ¿me enseñás a cantar como vos?" - preguntó con la emoción en su voz.

"¡Por supuesto, Tomás! El amor es la clave de todo buen canto. Cantar con el corazón es lo más importante" - respondió el abuelo, sonriendo.

A partir de ese día, Tomás visitaba a su abuelo cada tarde, y juntos exploraban el poder de la música. Aprendieron canciones sobre la naturaleza, la amistad y las aventuras. Tomás sentía que el canto de su abuelo llenaba su corazón de amor y alegría.

Un día, mientras Tomás y el abuelo ensayaban un nuevo canto bajo un frondoso árbol, el abuelo se detuvo y hizo una pausa pensativa.

"Tomás, aunque canto con todo mi amor, hay algo que ha cambiado en mí. Hace tiempo perdí un amor muy querido" - dijo el abuelo con cierta tristeza.

"¿Qué pasó, abuelo?" - preguntó Tomás intrigado.

"Era una hermosa mujer llamada Clara, que también cantaba. Juntos soñábamos con hacer música y llenar de alegría el mundo. Pero un día, la vida nos llevó por caminos diferentes y jamás la volví a ver. A veces, siento que mi canto ya no es completo sin ella" - explicó el abuelo, con nostalgia en sus ojos.

"Podrías buscarla, abuelo. No puedes dejar que esa tristeza te opaque. ¡Vamos a encontrarla!" - exclamó Tomás con determinación.

El abuelo sonrió, y aunque estaba sorprendido por la idea de Tomás, decidió que podría intentarlo. Juntos, comenzaron a preguntar en el pueblo y a recorrer los lugares donde solían ir con Clara. Hablaron con amigos, vecinos y hasta se detuvieron en la plaza donde tocaban músicos.

Después de varios días de búsqueda y gracias al esfuerzo de Tomás, encontraron a una mujer de voz conocida en una pequeña bolera, disfrutando de una velada. Al acercarse, el abuelo sintió una mezcla de nervios y alegría al escucharla cantar. Era Clara.

"¡Juan!" - gritó ella, al reconocerlo, y se pusieron a abrazarse.

Tomás observó con felicidad mientras su abuelo y Clara se ponían al día. El canto de los dos ancianos llenó el aire con melodías que parecían flotar en el viento, y el corazón de Tomás se llenó de alegría.

"A todo con amor, a la vida con alegrías..." - cantaron juntos, y Tomás se unió a ellos.

El abuelo se dio cuenta de que el canto nunca había dejado de estar en su corazón, incluso en los momentos más difíciles. Fue un reencuentro lleno de amor y esperanza. Desde ese día, Tomás y su abuelo siguieron cantando, y Clara se convirtió en parte de sus melodías. Juntos, formaron un trío musical, llevando alegría a cada rincón del pueblo, recordándoles a todos que el amor puede encontrarse incluso en los lugares más inesperados y que, a veces, hay que buscarlo para descubrirlo de nuevo.

Así, el canto del abuelo Juan siguió siendo un himno de amor y alegría, reforzando los lazos entre ellos y convirtiendo su historia en una canción que jamás se olvidaría.

FIN.

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