El canto del corazón


Había una vez un niño llamado Sordo. Como su nombre lo indicaba, no podía escuchar los sonidos que lo rodeaban. A pesar de ello, Sordo amaba la música y soñaba con cantar como sus amigos.

Un día, mientras caminaba por el parque, Sordo escuchó un murmullo lejano. Era una canción hermosa que venía del otro lado del lago. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia allí para descubrir de dónde provenía ese canto tan bello.

Al llegar al otro lado del lago, se encontró con un grupo de niños y niñas cantando alrededor de una guitarra. La voz más dulce era la de Sofía, quien cantaba con tanta pasión que emocionaba a todos los presentes.

Sordo se acercó tímidamente y les preguntó si podía unirse a ellos. Los niños lo miraron extrañados al principio, pero luego recordaron que él no podía oírlos y decidieron darle una oportunidad.

Sofía se acercó a Sordo y le explicó las letras de las canciones para que pudiera seguirlas mejor. Él intentó seguirles el ritmo moviendo sus manos en el aire y sintiendo las vibraciones de la guitarra en su cuerpo.

Los días siguientes fueron difíciles para Sordo porque no lograba encontrar su voz en medio del coro. Sus amigos trataban de ayudarlo pero él se sentía frustrado por no poder cantar como ellos.

Un día, después de muchas horas practicando solo en casa, Sordo descubrió algo sorprendente: ¡podía sentir la música! No necesitaba oírla para entenderla, podía sentirla en su corazón. Entonces se dio cuenta de que si la música estaba dentro de él, también lo estaba su voz.

Con mucho esfuerzo y dedicación, Sordo comenzó a cantar cada vez mejor. Aunque no era perfecto, sus amigos lo aplaudían con entusiasmo por sus progresos.

Sofía fue una gran motivación para él y juntos crearon un dueto mágico que enamoraba a todos los que los escuchaban. Un día, llegó el momento más esperado: el recital anual del colegio. Los niños se prepararon durante semanas para presentar un espectáculo inolvidable ante sus familias y amigos.

Cuando fue el turno de Sordo y Sofía de subir al escenario, nadie sabía qué esperar. Pero cuando empezaron a cantar juntos, algo mágico sucedió: la voz dulce de Sofia mezclada con la fuerza interior de Sordo crearon una melodía única e inigualable.

El público quedó maravillado por la actuación de estos dos jóvenes artistas y les aplaudió con mucha emoción. Desde ese día en adelante, Sordo siguió cantando y emocionando a todos aquellos que tenían el placer de escucharlo.

Y así termina nuestra historia inspiradora sobre cómo Sordo aprendió a cantar gracias al amor por la música y la ayuda de sus amigos. ¡Siempre hay un camino para alcanzar nuestros sueños!

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