El canto del silencio
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Rimas, todos los habitantes eran rimas y vivían felices cantando todo el día. Pero un día, llegó un cantón llamado Silencio que no podía cantar ni hacer rimas.
Los habitantes de Rimas se sorprendieron al ver a Silencio y decidieron ayudarlo a encontrar su voz.
Ellos sabían que la música era muy importante para la alegría y la armonía del pueblo, así que hicieron todo lo posible para enseñarle a Silencio cómo cantar. "Silencio, querido amigo, ven con nosotros y aprenderás a cantar", le dijo el alcalde de Rimas. Silencio aceptó encantado la invitación y comenzó su entrenamiento.
Los habitantes de Rimas le enseñaron diferentes ritmos y melodías, pero por más que intentaba, Silencio seguía sin poder emitir ningún sonido. "No te preocupes, Silencio", dijo la maestra de música de Rimas. "Todos tenemos nuestra propia forma única de expresarnos musicalmente. Solo tienes que encontrar tu propio ritmo".
Silencio continuó practicando incansablemente hasta altas horas de la noche. Un día, mientras caminaba solo por el bosque cercano al pueblo, escuchó el canto hermoso de los pájaros. "¡Eso es!", exclamó Silencio emocionado.
"¡Puedo ser como los pájaros! ¡Puedo comunicarme con mi propio canto!"Regresó corriendo al pueblo y compartió su nueva idea con los habitantes de Rimas.
Juntos crearon un coro donde cada uno tenía su propia forma de cantar, ya sea con palabras o simplemente con sonidos. El coro de Rimas se convirtió en un éxito y Silencio fue aclamado como el líder del grupo.
Todos los habitantes estaban felices y emocionados por haber encontrado una forma única de expresarse a través de la música. "Silencio, gracias por enseñarnos que todos tenemos una voz especial", dijo el alcalde. "Tu llegada a nuestro pueblo nos ha recordado la importancia de aceptar y celebrar nuestras diferencias".
A partir de ese día, Rimas se convirtió en un lugar donde todos eran bienvenidos, sin importar cómo se expresaran musicalmente. Los habitantes aprendieron a valorar las diferentes formas de comunicación y disfrutaron juntos cada momento lleno de melodía.
Y así, Silencio encontró su lugar en Rimas y nunca más se sintió solo. Aprendió que no era necesario cantar palabras para ser parte importante del coro; su canto único siempre sería apreciado por todos.
La historia de Rimas y Silencio nos enseña que todas las personas tienen algo especial dentro de ellas y es importante valorarlo. No importa si somos diferentes o si no podemos hacer lo mismo que los demás, lo importante es encontrar nuestra propia forma única de brillar.
Y cuando lo hacemos, podemos traer alegría a nuestras vidas y a las vidas de quienes nos rodean.
FIN.