El canto mágico de Lola


En un pequeño pueblo rodeado de árboles altos y flores coloridas vivía una niña llamada Lola.

Lola era una niña muy especial, ya que desde que tenía uso de razón sentía una conexión única con la naturaleza y los animales. Una noche, mientras todos dormían profundamente, Lola sintió la necesidad de levantarse e ir hacia el piano que había en su sala.

Sin hacer ruido alguno, se sentó frente al instrumento y comenzó a tocar una melodía suave y armoniosa. Las notas resonaban en toda la casa, pero lo más sorprendente era que las aves que estaban durmiendo afuera comenzaron a despertar y volar hacia la ventana de la sala.

Las aves se posaron en las ramas cercanas atraídas por la música de Lola. Cantaban junto a ella como si estuvieran participando en un concierto improvisado bajo la luz de la luna.

La niña sonreía emocionada al ver cómo su música lograba despertar a los habitantes del bosque. Al amanecer, cuando el sol empezaba a asomarse tímidamente por el horizonte, las aves regresaron a sus nidos para descansar.

Lola observaba maravillada el espectáculo que había logrado crear con su piano y decidió continuar haciéndolo todas las noches. Los días pasaban y cada madrugada era un nuevo concierto para las aves del bosque gracias a Lola.

Pronto, los habitantes del pueblo se enteraron de esta increíble historia y comenzaron a acercarse sigilosamente para escucharla tocar. Un día, mientras Lola tocaba su melodía favorita, alguien aplaudió al finalizar la canción.

La niña se sorprendió al ver que era un músico famoso que estaba de paso por el pueblo y había quedado cautivado por su talento natural. "¡Eres increíble! Nunca he escuchado algo tan hermoso como tu música", dijo el músico con admiración en sus ojos.

Lola sonrió tímidamente ante el cumplido y le invitó a tocar juntos esa misma noche para todas las aves del bosque. El músico aceptó emocionado y juntos crearon una sinfonía mágica que resonó en cada rincón del lugar. Desde ese día, Lola no solo tocaba para las aves sino también para todo aquel que quisiera escucharla.

Su amor por la música había trascendido más allá de lo imaginado y ahora podía compartirlo con personas de todas partes.

Y así fue como aquella niña especial logró inspirar a otros con su talento único, demostrando que siempre hay belleza en compartir nuestras pasiones con quienes nos rodean.

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