El canto mágico de Rosita



En un pequeño pueblo llamado Villa Alegre vivía Rosita, una joven extranjera que trabajaba como niñera de la traviesa Sofi. Rosita era alegre, valiente y siempre estaba lista para vivir nuevas aventuras.

Tenía un novio llamado Ciro, quien le dedicaba canciones románticas por la radio todas las noches, aunque ella nunca había tenido la oportunidad de escucharlas. Un día, mientras paseaban por el parque con Sofi, Rosita escuchó a un grupo de pájaros cantando en los árboles.

Se detuvo maravillada y comentó: "¡Qué hermoso es el canto de los pájaros! Me encantaría poder entender lo que dicen".

Sofi, emocionada por la idea de ayudar a su niñera favorita, le sugirió ir a ver al sabio del pueblo. Sin dudarlo, Rosita y Sofi se dirigieron hacia la casa del sabio Don Eustaquio. Al llegar, fueron recibidas con amabilidad y respeto.

Rosita le contó al sabio sobre su deseo de entender el canto de los pájaros y Don Eustaquio sonrió con complicidad. "Para lograrlo", dijo el sabio, "deberán emprender un viaje hacia lo desconocido". Rosita aceptó emocionada el desafío y junto a Sofi se prepararon para partir al día siguiente.

Ciro no estaba muy contento con la idea de que Rosita se fuera en busca del misterioso don que le permitiría entender a los pájaros, pero decidió apoyarla en su decisión.

Durante su travesía, Rosita y Sofi atravesaron bosques encantados, cruzaron ríos cristalinos y escalonaron altas montañas.

En cada paso del camino aprendían algo nuevo: a ser pacientes como las hormigas que construyen sus caminos poco a poco; valientes como los leones que protegen a sus crías; amables como las abejas que trabajan juntas en armonía. Finalmente llegaron a una cueva donde habitaba el misterioso Ruiseñor Sabio. El ave les dijo: "Para entender nuestro canto deben abrir sus corazones y escuchar con atención".

Entonces comenzaron a cantar melodías llenas de amor y paz que solo aquellos con buen corazón podían comprender. Rosita cerró los ojos y dejó que la música penetrara en lo más profundo de su ser.

De repente pudo entender cada palabra cantada por los pájaros: mensajes de esperanza, alegría y gratitud hacia la naturaleza. Al regresar al pueblo junto a Sofi, Rosita se reunió con Ciro quien preocupado preguntó cómo había sido su viaje.

Con una sonrisa radiante ella respondió: "He descubierto un nuevo mundo gracias al amor incondicional y la conexión con la naturaleza".

Desde ese día en adelante, Rosita siguió siendo una niñera ejemplar para Sofi; continuaba disfrutando de las aventuras pero ahora también compartiendo su sabiduría sobre el valor del respeto hacia todas las formas de vida en nuestro planeta. Y así fue como Rosita enseñó a todos en Villa Alegre que solo aquellos dispuestos a abrir su corazón pueden comprender verdaderamente el lenguaje universal del amor.

FIN.

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