El canto sanador de la princesa Victoria



Había una vez en un lejano reino, una princesa llamada Victoria. Ella vivía en un hermoso castillo junto a su madre Amalia, su padre Roberto y su hermano mayor Luis José.

Esta familia real era conocida por ser muy amorosa y siempre se preocupaban el uno por el otro. Un día, la princesa Victoria decidió salir a explorar los jardines del castillo.

Mientras caminaba entre las flores y los árboles, escuchó un débil llanto proveniente de un arbusto. Se acercó con curiosidad y descubrió a un pequeño pajarito herido. "¡Pobrecito! ¿Qué te pasó?" - preguntó la princesa Victoria con ternura.

El pajarito le contó que había caído de su nido y se lastimó una alita. La princesa Victoria, recordando las enseñanzas de amor de su familia, decidió cuidar al pajarito hasta que se recuperara. Lo llevó al castillo, preparó un nido cómodo para él y lo alimentaba con paciencia todos los días.

Con el paso del tiempo, el pajarito sanó gracias a los cuidados de la princesa Victoria. Y para sorpresa de todos, decidió quedarse en el jardín del castillo para cantarle hermosas melodías a la familia real cada mañana.

Un día, mientras la princesa Victoria jugaba en el jardín con su hermano Luis José, vieron a un grupo de niños del pueblo que parecían tristes.

Se acercaron para preguntarles qué les ocurría y descubrieron que no tenían suficiente comida para alimentarse. "No se preocupen", dijo la princesa Victoria con determinación. "Mi familia nos enseñó que debemos ayudar a quienes más lo necesitan".

La princesa Victoria y su hermano Luis José llevaron a los niños al castillo, donde compartieron una abundante cena preparada por los cocineros reales. Los niños rieron y jugaron con alegría junto a la familia real, olvidando sus penas por un momento.

Desde ese día, la princesa Victoria y su familia dedicaron parte de su tiempo ayudando a quienes lo necesitaban en el reino. Ya sea cuidando animales heridos, compartiendo alimentos o simplemente brindando consuelo a quienes estaban tristes.

Y así, gracias al amor incondicional que les enseñaron Amalia, Roberto y Luis José; la princesa Victoria creció siendo una gobernante compasiva y bondadosa que velaba por el bienestar de todos en su reino. Y colorín colorado este cuento lleno de amor ha terminado.

FIN.

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