El Capibara que Soñaba Demasiado



Había una vez en una tranquila laguna, un simpático capibara llamado Tito. Tito era conocido por su amor incondicional a dormir. Desde que se despertaba hasta que el sol se ocultaba, lo único que quería era encontrar el lugar perfecto para echarse a descansar y soñar. Sin embargo, sus papás, Carla y Pipo, siempre le decían que era importante explorar, jugar y aprender sobre el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras se acomodaba en su lugar favorito bajo un gran sauce, Carla decidió acercarse a él.

"Tito, mi amor, hoy es un día hermoso para jugar. ¿Por qué no vienes a conocer un poco más sobre la laguna?" - le dijo con una sonrisa.

"Pero mamá, estoy muy cómodo aquí. Ya tengo la mejor vista del cielo y los pájaros alrededor. No necesito más que esto." - respondió Tito, estirándose con gusto.

Aunque sus papás se preocupaban, sabían que Tito tenía su propia forma de aprender. A veces, se preguntaban si tal vez él sabía algo que ellos no.

Pasaron las semanas, y la vida continuaba en la laguna. La primavera estaba en su esplendor. Los otros animales, como las ranas, los patos y los jilgueros, salían a disfrutar del sol. Sin embargo, Tito seguía allí, durmiendo plácidamente, mientras su curiosidad se apagaba como una vela.

Una mañana, mientras Tito soñaba que era el rey de los sueños, un fuerte estruendo lo despertó. El viento había arrastrado una gran rama que cayó justo al lado de su refugio favorito. Tito se asustó y, por primera vez, se dio cuenta de lo que podía suceder en su hogar.

"¿Qué fue eso?" - murmuró todavía aturdido.

Al mirar a su alrededor, vio a Carla y a Pipo muy preocupados.

"Tito, gracias a Dios que estás bien. Por eso es tan importante no quedarte dormido todo el tiempo. Hay que estar alerta y querer aprender sobre el mundo, para evitar sorpresas." - le explicó Pipo.

Tito se sintió confuso, pero también algo intrigado. ¿Acaso había cosas que valían la pena explorar? Decidió que era hora de hacer un cambio. En lugar de regresar a su zona de confort, decidió acompañar a sus padres a dar un paseo por la laguna.

Al principio, Tito caminaba lentamente, con un poquito de pereza. Sin embargo, a medida que avanzaba, descubrió colores vibrantes, olores nuevos y amigos con quienes nunca había jugado. Vio las ranas saltando sobre los nenúfares, los patos nadando en línea y, lo más sorprendente, una cascada preciosa donde las ardillas jugaban entre las ramas.

"¡Mirá lo que hay aquí!" - gritó Tito, lleno de emoción.

"¿Ves? La aventura afuera es mucho más divertida que solo dormir todo el día!" - le respondió Pipo.

Desde ese día, Tito casi no volvió a dormirse en su momento de descanso. Pasaba las horas jugando, explorando y aprendiendo. A veces, sus papás le recordaban lo importante que era también tomar un pequeño descanso.

"¡Tito! Recuerda que es bueno descansar a veces. No necesitamos dormir en exceso, pero un buen descanso también renueva energías. Así estaremos listos para nuestra próxima aventura" - le repetirían Carla y Pipo.

Tito entendió que encontrar el balance entre descansar y vivir la vida era fundamental. Así, se convirtió en el capibara más aventurero y feliz de la laguna.

Y aunque a veces disfrutaba de una siestita, ya sabía que cada día traía algo nuevo por conocer. Gracias a esa mezcla de sueño y exploración, Tito vivió muchos momentos inolvidables y llenó su vida de historias maravillosas.

Y así, el capibara que amaba dormir, aprendió a soñar también despierto. ¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!

FIN.

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