El Caracol que Quería Ser Libre
En un laboratorio silencioso y lleno de frascos extraños, vivía un caracol llamado Ramón. Ramón no era un caracol común y corriente, era un caracol que soñaba con ver el mundo más allá de las cuatro paredes del laboratorio.
Un día, mientras se deslizaba lentamente por una hoja, Ramón escuchó al médico, el Dr. Figueroa, hablando con un asistente.
"Este caracol tiene una inteligencia sorprendente. Podría ser parte de un experimento revolucionario", dijo el Dr. Figueroa.
¡¿Experimento? ! Pensó Ramón, sintiéndose aún más triste. Anhelaba estar en su hogar, en el jardín de su infancia, donde podía sentir el sol en su caparazón y escuchar a su familia charlar bajo el manto de las estrellas.
Un día, mientras exploraba una nueva parte del laboratorio, Ramón conoció a una ardilla llamada Sofía que había quedado atrapada allí tras una tormenta.
"¿Qué te trae por aquí, caracolito?", le preguntó Sofía, con su vuelo excitado.
"Soy Ramón, y sueño con ser libre y ver el mundo. Pero el Dr. Figueroa no me deja salir", respondió.
"¡No te preocupes! Tengo un plan. ¿Ves esa ventana, allá en el fondo?", indicó Sofía mientras movía su cola.
Sofía había notado que el Dr. Figueroa pasaba mucho tiempo en un área del laboratorio, mientras que la ventana no estaba bien cerrada.
"Cuando sea la hora del almuerzo, podemos salir. Te ayudaré a llegar a la ventana", propuso Sofía.
Cuando el gran momento llegó, Sofía y Ramón trabajaron en equipo. Sofía, con su agilidad, empujó algunas cajas que bloqueaban el camino. Ramón, aunque lento, se esforzó al máximo.
"¡Vamos, Ramón! ¡Ya casi lo logramos!", animaba Sofía, mientras Ramón dejaba un rastro brillante en el suelo.
Finalmente, llegaron a la ventana. El corazón de Ramón latía fuerte al pensar en su libertad. Sofía trepó la ventana y dio un empujón para abrirla.
"¡Es hora de salir!", gritó emocionada.
Pero, justo en ese momento, el Dr. Figueroa llegó por el pasillo.
"¡¿Qué están haciendo ustedes dos? !", exclamó, asombrado.
Ramón y Sofía se miraron, sintiendo un escalofrío. Pero Ramón sabía que debían ser valientes.
"¡Estamos buscando la libertad!", dijo Ramón con firmeza.
El Dr. Figueroa dio un paso atrás, sorprendido por la determinación del pequeño caracol.
"¿Libertad? Nunca lo había pensado así. ¿Y qué harías con tu libertad, caracol?", preguntó el médico, con un tono reflexivo.
Ramón, después de un momento, contestó:
"Quiero volver a casa, ver a mi familia, y contarles las maravillas del mundo fuera del laboratorio. Quiero sentir el sol y saborear la libertad.
El Dr. Figueroa, tocado por las palabras de Ramón, empezó a reflexionar.
"Quizás he pasado demasiado tiempo encerrado en mi laboratorio, y no he visto lo que realmente importa. Este mundo necesita más aventura y menos estudio", dijo, con una sonrisa en el rostro.
Entonces, a sorpresa de todos, el Dr. Figueroa se dirigió a la ventana y la abrió de par en par.
"¡Estás libre, Ramón! Ve y explora todo lo que quieras. La ciencia está aquí, pero la naturaleza también tiene sus propios secretos que descubrir. ¡No te olvides de contármelos alguna vez!", dijo el médico mientras Ramón y Sofía saltaban hacia la libertad.
La luz del sol abrazó a Ramón, y se sintió ligero como una pluma.
"¡Lo logré! ¡Soy libre!", gritó Ramón, mientras se deslizaba por la hierba fresca, sintiendo el viento en su pequeño cuerpo.
Así, Ramón comenzó su travesía por el mundo, bajo la atenta mirada de Sofía que, desde una rama, lo alentaba. Juntos, descubrieron los hermosos rincones de la naturaleza, donde cada día era una nueva aventura.
Nunca olvidó volverse a casa para contarle a su familia todo lo que había visto. Y aunque su viaje había comenzado en un laboratorio, terminó siendo un viaje de libertad y amistad.
Y así, el caracol que quería ser libre no solo alcanzó su sueño, sino que además entendió la importancia de explorar, de ser valiente y de ayudar a otros a encontrar su camino hacia la libertad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.