El caracol valiente y sus amigos del jardín
En el jardín de la abuela Chola vivía un caracol llamado Valentín. Valentín era un caracol muy valiente que siempre estaba dispuesto a enfrentarse a los peligros que rondaban el jardín. Un día, mientras se deslizaba por las hojas húmedas, se encontró con una enorme araña que colgaba de un hilo de seda.
- ¡Hola, pequeño caracol! ¿Qué haces por aquí? -dijo la araña con voz suave.
Valentín, a pesar de sentir miedo, decidió mantener la calma y contestó: - Estoy explorando el jardín, ¿y tú?
La araña le explicó que estaba tejiendo su tela para atrapar insectos y que a veces los caracoles caían en sus redes. Valentín le contó lo simpático que era y logró convencer a la araña de que no lo devorara. Así, se hicieron amigos y la araña prometió cuidar de Valentín en el jardín.
Más adelante, Valentín se topó con un mirlo. El mirlo, con ojos brillantes, lo miró y dijo: - ¡Qué delicia serás para el almuerzo!
Valentín, recordando su valentía, le explicó al mirlo que era un caracol especial, que su caparazón era muy resistente y que tenía un buen sabor. El mirlo, sorprendido por la audacia del caracol, decidió escucharlo y terminaron compartiendo una conversación muy agradable. El mirlo, en lugar de comerse a Valentín, se convirtió en su amigo y juntos pasearon por el jardín.
La siguiente criatura con la que se encontró fue un ciempiés, conocido por ser muy voraz. El ciempiés se acercó a Valentín y dijo: -¡Eres el aperitivo perfecto, caracol!
Valentín, sin perder la calma, le explicó al ciempiés que sería una pena desperdiciar su sabor único. El ciempiés, intrigado por las palabras del caracol, decidió darle una oportunidad y, para su sorpresa, el caracol tenía razón. Desde ese día, el ciempiés y Valentín se convirtieron en grandes amigos y compartieron muchas aventuras en el jardín.
Finalmente, Valentín se encontró con un ratón travieso que lo miraba con hambre en sus ojos. El ratón, relamiéndose, dijo: -¡No sabía que los caracoles podían ser tan deliciosos!
Valentín, con su valentía y astucia, le contó al ratón historias emocionantes sobre el jardín y le mostró que el verdadero tesoro del lugar no era la comida, sino la amistad. El ratón, conmovido por las palabras de Valentín, decidió dejar de lado su instinto cazador y se convirtió en un leal amigo del caracol. Desde entonces, los cuatro amigos, la araña, el mirlo, el ciempiés, el ratón y Valentín, vivieron grandes aventuras juntos y se prometieron cuidarse y protegerse siempre. El jardín de la abuela Chola se convirtió en un lugar lleno de amistad, valentía y compañerismo donde todos vivieron felices para siempre.
FIN.