El carnaval de la amistad



En una selva lejana, los animales estaban emocionados porque se acercaba el carnaval.

La cebra, el león, el tigre, el leopardo, la serpiente, el koala, el lirón, el elefante y todos los demás estaban ocupados preparando sus disfraces y caretas. La cebra quería lucir como un elegante caballito de mar. Con paciencia y destreza pintó rayas en su disfraz blanco y negro para que parecieran escamas brillantes. El león decidió transformarse en un feroz dragón.

Con su melena dorada como fuego y unas alas hechas con hojas secas, se veía imponente. El tigre optó por convertirse en un valiente pirata.

Se puso un parche en el ojo y una espada de juguete en la pata para completar su aspecto temible. El leopardo eligió ser una hermosa mariposa. Recortó papel de colores y lo pegó a su piel manchada para crear las alas más bonitas del carnaval.

La serpiente decidió no usar disfraz ya que pensaba que su piel era suficientemente llamativa con sus patrones únicos. Pero aún así llevaba una pequeña careta de colores vibrantes sobre sus ojos. El koala estaba encantado con la idea de ser un astronauta.

Se subió a un árbol alto y desde allí observaba las estrellas mientras imaginaba cómo sería viajar al espacio exterior. El lirón había decidido vestirse como un mago ilusionista.

Con una capa negra reluciente y un sombrero mágico, sorprendería a todos con sus trucos fantásticos. El elefante, con su gran tamaño y fuerza, se convirtió en un adorable payaso. Se pintó la cara de colores brillantes y llevaba una trompa roja que hacía sonar cuando reía.

Los monos estaban emocionados por ser una banda de rock. Cada uno tomó un instrumento diferente y juntos crearon música que resonaba en toda la selva.

El rinoceronte quería ser el rey de la selva por un día, así que se disfrazó como el león más majestuoso. Con una melena falsa y una corona dorada, caminaba orgulloso entre los demás animales. El hipopótamo decidió ser un famoso bailarín de salsa.

Se puso unos zapatos brillantes y ensayaba sus mejores pasos mientras movía su enorme cuerpo al ritmo de la música. Pero había alguien que no estaba contento con su disfraz: el bisonte. No sabía qué ponerse y se sentía triste porque pensaba que nadie lo notaría en medio de tantos disfraces llamativos.

Un día antes del carnaval, el bisonte encontró a una mariposa perdida en la selva. La mariposa estaba triste porque había perdido sus alas durante una tormenta. El bisonte sintió compasión por ella y decidió ayudarla.

"No te preocupes", dijo el bisonte amablemente. "Puedo hacer algo especial para ti". El bisonte recogió hojas grandes y las pegó cuidadosamente sobre las espaldas de la mariposa para crear unas alas improvisadas.

La mariposa, emocionada y agradecida, brillaba de felicidad. Al día siguiente, en el carnaval, todos los animales admiraban los hermosos disfraces y caretas. Pero cuando vieron al bisonte acompañado de la mariposa con sus alas especiales, se quedaron asombrados. "¡Qué disfraz tan original!", exclamaron todos.

El bisonte sonrió y se dio cuenta de que no importaba cuán llamativo fuera su disfraz, lo importante era hacer algo especial por alguien más.

Ese día aprendió que la verdadera belleza radica en la bondad y la generosidad hacia los demás. Y así, el carnaval de la selva fue un éxito rotundo. Los animales bailaron, rieron y compartieron momentos inolvidables juntos.

Cada uno entendió que ser diferente es lo que hace a cada uno especial y único. Desde aquel día, el bisonte siempre llevó consigo una hoja grande para recordarle que nunca debía olvidar ser amable con los demás y hacer cosas especiales por ellos.

Y así vivieron felices en la selva lejana durante muchos años más.

FIN.

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