El carnaval de la amistad
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, tres amigos llamados Elena, Paulina y Lorenzo. Eran inseparables y siempre estaban buscando nuevas aventuras juntos.
Un día, mientras caminaban por la plaza del pueblo, vieron un cartel que anunciaba el carnaval más grande de la región. - ¡Chicos! ¡Tenemos que ir al carnaval! - exclamó emocionada Elena. - Sí, sería genial disfrutar de los desfiles y las atracciones - agregó entusiasmado Lorenzo.
Paulina asintió con una sonrisa y juntos decidieron prepararse para el gran evento. Compraron máscaras coloridas, confeti y serpentinas para estar bien preparados. Al llegar al carnaval, se encontraron con una multitud de personas vestidas con trajes extravagantes y llenas de alegría.
- ¡Wow! Miren todos esos colores brillantes - dijo Paulina maravillada. - Es increíble cómo la música y la diversión pueden unir a tanta gente - comentó Elena emocionada. Decidieron comenzar su recorrido por los puestos de comida típica del carnaval.
Probaron empanadas argentinas, choripanes y helados artesanales. Luego se dirigieron hacia las atracciones mecánicas: montañas rusas, carruseles y rueda gigante.
De repente, mientras esperaban en fila para subirse a una montaña rusa muy alta, escucharon un grito desesperado proveniente del puesto de juegos justo al lado. - ¿Qué está pasando? - preguntó preocupada Paulina. Se acercaron corriendo al lugar donde había ocurrido el grito y vieron a un niño llorando desconsoladamente.
Su globo se había escapado y estaba destrozado. - ¡Mi globo! ¡Se me escapó! - sollozaba el niño. Elena, Paulina y Lorenzo intercambiaron miradas, sabiendo que tenían que hacer algo para ayudar al pequeño.
- No te preocupes, vamos a buscar una solución - dijo Elena con determinación. Los tres amigos comenzaron a buscar entre la multitud en busca de alguien que pudiera ayudarlos. Finalmente encontraron a un hombre con muchos globos en su puesto.
- Disculpe señor, ¿podría regalarnos uno de sus globos? Queremos dárselo al niño triste - preguntó Lorenzo tímidamente. El hombre sonrió y les dio un globo nuevo. Los amigos corrieron hacia el niño y le entregaron el regalo sorpresa.
El rostro del niño se iluminó de felicidad mientras sostenía su nuevo globo en sus manos. - ¡Muchas gracias! Son los mejores amigos del mundo - dijo emocionado el niño antes de salir corriendo para disfrutar del carnaval nuevamente.
Elena, Paulina y Lorenzo se sintieron muy orgullosos de haber alegrado el día del pequeño y continuaron disfrutando del carnaval juntos.
A medida que avanzaban por las calles llenas de música y diversión, se dieron cuenta de lo importante que era estar ahí para los demás y cómo un simple gesto podía marcar la diferencia en la vida de alguien más. Al finalizar el día, cuando volvían a casa agotados pero felices, Elena, Paulina y Lorenzo se prometieron seguir ayudando a los demás siempre que pudieran.
Sabían que la verdadera alegría no solo estaba en disfrutar del carnaval, sino también en hacer felices a aquellos que los rodeaban.
Y así, su amistad se fortaleció aún más mientras continuaban viviendo nuevas aventuras juntos, recordando siempre el día en que hicieron sonreír a un niño triste en medio del carnaval más maravilloso de sus vidas.
FIN.