El carnaval de los amigos



En un pequeño pueblo colonial de Uruguay, el ambiente estaba lleno de alegría y color. Era tiempo de carnaval, y los habitantes se preparaban para disfrutar de las comparsas y desfiles que recorrerían las calles.

En una casa cerca del centro del pueblo, cuatro amigos se reunieron emocionados por lo que estaban a punto de presenciar. Martín, Sofía, Juan y Valentina eran inseparables y siempre buscaban aventuras juntos.

Se pusieron sus disfraces más coloridos y salieron a la calle con sus pistolas de agua en mano. -¡Qué emoción! ¡Vamos a ver las comparsas! -exclamó Martín, el líder del grupo. -¡Sí! Y después podemos jugar guerrillas de agua en el parque -propuso Juan con entusiasmo.

Los niños caminaron por las calles decoradas con guirnaldas y serpentinas hasta llegar al lugar donde se llevaría a cabo el desfile de comparsas. La música resonaba en el aire y los tambores retumbaban anunciando la llegada de los bailarines.

-¡Miren qué colores tan vibrantes tienen los trajes! -exclamó Sofía maravillada mientras agitaba su pistola de agua en el aire. Las comparsas comenzaron a desfilar, con sus danzas llenas de energía y ritmo.

Los niños no podían apartar la mirada, fascinados por la destreza y coordinación de los bailarines. De repente, entre la multitud, vieron a un niño solitario que observaba las comparsas desde lejos. Parecía tímido y triste, sin un disfraz colorido como los demás niños.

-¿Por qué no se une a la diversión? -preguntó Valentina preocupada por el niño solitario. Los amigos decidieron acercarse al niño y lo invitaron a unirse a ellos. Con una sonrisa tímida pero sincera, el niño aceptó encantado.

Juntos corrieron hacia el parque cercano para jugar guerrillas de agua. Las risas resonaron en todo el parque mientras los niños corrían y saltaban bajo el cálido sol del carnaval.

El niño solitario había encontrado nuevos amigos que lo incluyeron en su diversión, haciéndolo sentir parte de algo especial. Al finalizar el día, los cuatro amigos regresaron a casa cansados pero felices por todas las aventuras vividas.

Habían aprendido que la verdadera magia del carnaval radicaba en compartir momentos especiales con quienes te rodean, sin importar diferencias o similitudes. Y así terminó un inolvidable día de carnaval en Uruguay colonial, donde la amistad triunfó sobre la soledad y la diversión se multiplicó al compartirla con otros.

Los corazones rebosaban alegría y complicidad mientras esperaban ansiosos por nuevas aventuras juntos.

FIN.

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