El Carpincho Abogado



En un lindo rincón del delta, vivía un carpincho llamado Carlos. Era muy cariñoso con sus amigos: las ranas Rina, el loro Lucho y el pez Pablo. Ellos siempre jugaban juntos en la laguna, pero a veces se metían en problemas. Una vez, Lucho perdió su mejor pluma y acusaron a Rina de ser la culpable, aunque ella no lo era.

Carlos miraba preocupado, con sus grandes ojos marrones. Sabía que no era justo que su amiga fuera acusada sin pruebas. Esa noche, mientras sus amigos conversaban sobre el incidente, Carlos decidió que quería ayudarles.

"¡Yo quiero ser abogado!" - exclamó con entusiasmo.

"¿Abogado?" - preguntó Rina, sorprendida.

"Sí, quiero aprender a defender a mis amigos y asegurarme de que nadie sufra injusticias!" - dijo Carlos convencido.

Al día siguiente, Carlos comenzó su travesía hacia la abogacía. Se levantaba temprano para leer libros y aprender todo lo que podía sobre leyes. Los otros animales se reían de él y decían cosas como:

"¿Pero cómo puede un carpincho ser abogado?"

"No hay carpinchos que estudien leyes".

Pero Carlos no se desanimó. Sabía que tenía un propósito.

Pasaron los meses, y Carlos, con la ayuda de sus amigos, logró aprender sobre justicia y desprecio por la injusticia. Un día, cuando escuchó el rumor de que un grupo de cazadores planeaba capturar a los carpinchos, su corazón latió más fuerte.

"¡No podemos dejarlos caer!" - dijo Carlos, decidido.

"¿Qué haremos?" - preguntó Pablo, el pez.

"Tenemos que organizarnos y defendernos. Necesitamos pruebas de que somos un grupo pacífico y que estos cazadores no tienen razón" - respondió Carlos.

Se pusieron a trabajar todos juntos. Rina decidió contar su historia sobre cómo los carpinchos ayudaban a mantener la laguna limpia, Lucho comenzó a hacer carteles de defensa, y Pablo nadaba para tomar fotos de todo lo que hacían.

Al poco tiempo, un grupo de animales se unió a ellos y fueron a la reunión del Consejo de Animales.

"¡Yo presento como abogado a Carlos el Carpincho!" - exclamó Rina mientras Carlos subía al estrado con actitud.

"¡Los carpinchos somos pacíficos!" - comenzó Carlos con su voz firme pero serena.

"No estamos aquí para luchar, sino para proteger nuestro hogar. Los cazadores no tienen razón al querer llevarnos con ellos. Aquí en la laguna, ayudamos a que todo funcione en equilibrio. ¡Necesitamos seguir aquí!"

Los otros animales escuchaban atentamente mientras Carlos continuaba exponiendo. Habló de la importancia de la convivencia, y de todas las cosas buenas que los carpinchos hacían por la comunidad.

De repente, un león llamó la atención.

"Carlos, tienes razón. Debemos dejarlos ser libres, pero también tenemos que proteger el lugar de los cazadores" - dijo.

"¡Exacto! Si trabajamos juntos, podemos encontrar la mejor solución. Necesitamos a todos unidos para hacer frente a esta amenaza" - respondió Carlos, lleno de convicción.

Después de mucho debate, el Consejo acordó crear patrullas en la laguna. Carlos y sus amigos serían parte de ellas, ayudando a vigilar que los cazadores no se acercaran.

Todos aplaudieron la decisión, y Carlos se sintió orgulloso. Había logrado ser un abogado defensor, pero también un líder entre sus amigos.

Los días pasaron y los cazadores nunca volvieron. Carlos se convirtió en un héroe para los animales del delta.

"¿Ves?" - le dijo Rina a Carlos un día mientras jugaban.

"Con esfuerzo y dedicación, podemos hacer lo que soñamos!"

Y así, Carlos comprendió que el verdadero significado de ser abogado no era solo defender, sino también inspirar a otros a luchar por lo que es justo, trabajar en equipo y creer en la fuerza de la amistad.

Desde entonces, Carlos el carpincho no solo fue conocido como abogado, sino como el protector de todos los animales del delta, demostrando así que cualquiera puede alcanzar su sueño, sin importar cuán grande sea, siempre que luche por la justicia y la verdad.

FIN.

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