El cartel del amor y el respeto



Guadalupe era una niña muy alegre y curiosa, siempre estaba explorando el mundo que la rodeaba. Un día, su mamá Nancy la llevó al jardín de infantes en donde comenzaría a asistir a la sala lila.

Al principio, Guadalupe se sentía un poco nerviosa ya que no conocía a nadie allí. Pero pronto hizo amiguitas con las cuales compartía juegos y risas.

Una de sus actividades favoritas era ir a la plaza cercana al jardín e ir en el carrusel mientras sostenían su osito de peluche rosa. Un día después del jardín, Guadalupe le dijo entusiasmada a su hermana Juana: "¡Hoy aprendimos baile! Fue divertidísimo".

"¿Sí? ¡Qué bien Lupe! ¿Y qué más hicieron?" - preguntó Juana. "Bueno, también jugamos con los patines que tiene la maestra en el patio, pero yo me caí un par de veces" - contestó Guadalupe riendo.

Ariel, el papá de las niñas llegó ese día temprano del trabajo y al verlas tan felices decidió hacerles una sorpresa: llevarlas nuevamente a la plaza para disfrutar del carrusel otra vez. Sin embargo, cuando llegaron se dieron cuenta que alguien había rayado los asientos del carrusel con insultos y garabatos ofensivos.

Ariel explicó cuidadosamente a sus hijas que esas palabras no eran buenas y que no debían repetirlas nunca. "Papá ¿por qué alguien haría algo así?" - preguntó Guadalupe, confundida.

"A veces las personas hacen cosas malas por diferentes razones, pero siempre debemos tratar de ser amables y respetuosos con los demás" - respondió Ariel. Esa noche, Guadalupe se fue a dormir pensando en lo que su papá le había dicho.

Se dio cuenta que ella misma había dicho algunas palabras feas en el pasado y decidió que a partir de ese momento intentaría ser más cuidadosa con sus palabras y acciones.

De vuelta al jardín, Guadalupe compartió su nueva reflexión con sus amiguitas mientras jugaban en la plaza. Juntas decidieron hacer un cartel para poner en el carrusel diciendo "Amor y respeto para todos".

Desde entonces, cada vez que iban a la plaza, las niñas disfrutaban del carrusel sabiendo que habían hecho algo bueno por su comunidad. Y así Guadalupe aprendió una importante lección sobre la importancia de elegir nuestras palabras e intentar siempre hacer algo positivo por los demás.

FIN.

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