El castillo de almejas
Julieta y su hermanito Felipe estaban emocionados por pasar un día en la playa de Valencia. El sol brillaba fuerte, el agua del mar se veía cristalina y la arena estaba tan blanca que parecía azúcar.
Julieta, siendo la hermana mayor responsable, llevó consigo una sombrilla para proteger a Felipe del sol y una bolsa con juguetes para jugar en la playa.
Se acercaron a la orilla y Julieta le explicó a su hermanito cómo construir un castillo de arena. - Mira, Felipe, primero debemos hacer un montón grande con la arena - dijo Julieta mientras tomaba puñados de arena y las dejaba caer formando un montículo. Felipe observaba atentamente a su hermana mayor e intentaba imitarla.
Aunque no tenía mucha fuerza en sus pequeñas manos, hizo lo posible por ayudar. - ¡Muy bien, Felipe! Ahora vamos a darle forma al castillo - exclamó Julieta mientras utilizaba sus manos para moldear las torres del castillo.
Pero justo cuando estaban terminando de construir el castillo, una ola gigante llegó hasta ellos y lo arrasó todo. Los dos se quedaron mirando desilusionados cómo el esfuerzo que habían puesto se había perdido en cuestión de segundos.
- Oh no, Julieta. ¿Qué haremos ahora? - preguntó Felipe con tristeza. Julieta sonrió y le dio un abrazo reconfortante a su hermanito:- No te preocupes, Felipe. La vida está llena de contratiempos pero eso no significa que debamos rendirnos.
Vamos a construir un castillo aún mejor. Decidieron buscar otro lugar en la playa donde el agua no llegara tan cerca.
Julieta tenía una idea en mente y se dirigieron hacia unas rocas que encontraron más alejadas de la orilla. Julieta comenzó a reagarrar almejas marinas de diferentes colores y tamaños, mientras Felipe ayudaba a llevarlas en su cubo. Luego, utilizaron las almejas para decorar el nuevo castillo de arena que iban a construir.
- Mira, Felipe, este castillo será único y especial porque lo estamos haciendo con nuestras propias manos - dijo Julieta emocionada. Pasaron horas trabajando juntos, colocando cada almeja cuidadosamente hasta que finalmente terminaron el castillo.
Era hermoso y brillante bajo los rayos del sol. - ¡Lo logramos! - exclamó Julieta emocionada mientras abrazaba a su hermanito. - A veces las cosas no salen como esperamos, pero si seguimos intentándolo, podemos lograr grandes cosas.
Felipe sonrió radiante y aplaudió emocionado por su gran hazaña. Estaban orgullosos de haber superado la desilusión inicial y haber creado algo aún más hermoso. Ese día, Julieta le enseñó a Felipe una valiosa lección: nunca rendirse ante los obstáculos y siempre encontrar una manera creativa de enfrentarlos.
Juntos descubrieron que podían convertir cualquier desafío en una oportunidad para aprender y crecer. Y así fue como Julieta y Felipe pasaron un día inolvidable en la playa de Valencia, lleno de risas, aprendizaje y aventuras compartidas.
FIN.