El Castillo de Arena de Oso, Marmota y Pato
Era un día soleado y brillante cuando Oso, Marmota y Pato decidieron ir a la playa. La idea de hacer un enorme castillo de arena les emocionaba a todos. Apenas llegaron, se dieron cuenta de que la playa estaba llena de niños jugando y familias disfrutando del sol.
"¡Mirá cuántas personas hay! No sé si encontraremos un buen lugar para construir nuestro castillo," dijo Oso, un poco desanimado.
"No te preocupes, Oso. Podemos hacerlo a la orilla del mar. ¡Siempre es más divertido cerca del agua!" exclamó Pato, aleteando entusiasmado.
Marmota, que era muy ingeniosa, propuso:
"Podemos hacer un castillo grande que también pueda ser una fortaleza. Así podremos jugar a defenderlo de las olas y de los otros niños. ¡Vamos!"
Así que, decididos, se instalaron en la orilla y comenzaron a trabajar. Hicieron piles de arena y juntaron conchas, algas y piedras de colores para decorarlo. Oso construía las torres, Marmota hacía las murallas y Pato, con su agilidad, corría a buscar los materiales más bonitos.
Poco a poco, el castillo fue tomando forma, y la felicidad de los tres amigos crecía con cada pala de arena que añadían. Se reían, se ayudaban y, sobre todo, disfrutaban del trabajo en equipo. Pero, mientras estaban concentrados en su tarea, no se dieron cuenta de que las olas empezaban a acercarse.
"¡Miren!" gritó Pato, mientras el agua empezaba a moverse más cerca.
"¡Rápido! Más arena, más arena!" dijo Oso, apurando su trabajo.
"¡Esto se va a caer!" gritó Marmota asustada. Justo en ese momento, una ola gigante apareció, avanzando veloz hacia su castillo.
Antes de que pudieran hacer algo, la ola rompió en la playa, arrastrando gran parte de su construcción. Oso se quedó paralizado, mirando cómo su gran esfuerzo se desmoronaba.
"Oh no, ¡todo nuestro trabajo!" se lamentó.
Sin embargo, Pato tuvo una idea.
"Esperen, esto no es el fin. ¡Podemos usar lo que quede de nuestra creación!"
Marmota, aunque triste, se sintió inspirada.
"Es verdad, podemos reconstruirlo más fuerte y más bonito. A veces, las cosas no salen como uno quiere, pero eso no significa que debamos rendirnos."
Así que, en lugar de llorar por el daño, volvieron a juntar la arena y a idear un nuevo y mejor castillo. Esta vez, lo construyeron un poco más lejos de la orilla, resguardándose de las olas.
Con cada palada, su amistad creció, y con cada risa, el nuevo castillo se volvió cada vez más divertido. Cuando terminaron, se miraron orgullosos. Era un castillo más grande y resistente.
"¡Listo! ¡Este es nuestro mejor Castillo de Arena!" dijo Oso sonriendo.
Y no solo eso, también decidieron añadir un tobogán de arena donde otros niños pudieran jugar. La playa ahora estaba llena de risas al rededor de su creación.
Finalmente, se sentaron frente a su castillo mientras el sol se ponía.
"Hoy aprendimos algo muy importante," dijo Marmota.
"Sí, que siempre hay que levantarse después de una caída y que trabajar juntos hace que todo sea mejor," agregó Pato.
Oso sonrió y respondió:
"Y que lo más importante no es el resultado, sino la diversión que tuvimos haciéndolo juntos."
Con corazones felices, los tres amigos disfrutaron del resto del día en la playa, sabiendo que siempre podrían construir juntos, no solo castillos de arena, sino también recuerdos inolvidables.
FIN.