El castillo de arena soñado



Era un día soleado y caluroso de verano cuando Mateo y Sofía, dos amigos inseparables, decidieron ir a la playa. Ambos estaban emocionados porque era su primera vez en el mar.

Cuando llegaron a la playa, se quitaron los zapatos y corrieron hacia la orilla del agua. Se detuvieron abruptamente al ver lo inmenso que era el océano frente a ellos. No podían creer lo grande que era. - ¡Guau! ¡Es enorme! -exclamó Sofía sorprendida.

- Sí, es gigante -dijo Mateo asombrado-. Nunca había visto algo así antes. Los dos niños pasaron todo el día jugando en la arena y chapoteando en las olas.

Al final del día, mientras se secaban al sol, hicieron una promesa:- Cuando seamos grandes y podamos conducir nuestro propio auto, vamos a volver juntos a esta misma playa -dijo Sofía sonriendo. - Y vamos a construir un castillo de arena aún más grande que este -agregó Mateo entusiasmado.

Los años pasaron rápidamente y los dos amigos perdieron contacto debido a que sus familias se mudaron de ciudad. Sin embargo, nunca olvidaron su promesa de volver juntos a esa playa algún día.

Finalmente, después de muchos años sin verse ni hablar entre sí, Mateo recibió una llamada telefónica inesperada:- Hola Mateo ¿Te acuerdas de mí? Soy Sofía -dijo ella emocionada por haber encontrado el número de teléfono correcto después de tanto tiempo buscándolo por internet-.

- ¡Sofía! Claro que me acuerdo de ti -respondió Mateo sorprendido y feliz-. ¿Cómo estás? - Estoy bien, gracias.

Escucha, ¿te acuerdas de nuestra promesa de volver a la playa juntos cuando seamos adultos? - ¡Por supuesto que sí! -dijo Mateo entusiasmado por la idea. Así fue como unos meses después, Mateo y Sofía se encontraron en el mismo lugar donde se conocieron muchos años atrás.

Fue un momento emocionante para ambos al ver lo mucho que habían cambiado las cosas desde entonces. Después de saludarse con un abrazo cálido, caminaron hacia la orilla del mar y observaron cómo las olas golpeaban la costa. Entonces recordaron su promesa de construir un castillo aún más grande que el anterior.

- Bueno, ¿qué esperamos? Vamos a hacerlo -dijo Sofía sonriendo. Los dos amigos pasaron toda la tarde construyendo su castillo de arena más grande y hermoso hasta ahora. Se rieron juntos mientras trabajaban duro bajo el sol ardiente del verano.

Finalmente terminaron su obra maestra justo antes del atardecer. Se sentaron junto al castillo admirando lo que habían creado juntos después de tantos años.

- Sabes qué, Sofía -dijo Mateo mirándola directamente a los ojos-, no importa cuántos años hayan pasado ni cuán lejos hayamos estado uno del otro; siempre seremos amigos y podremos contar el uno con el otro para cumplir nuestras promesas. Sofía sonrió con lágrimas en los ojos, sabiendo que tenía razón.

Y así fue como dos amigos volvieron a conectarse después de tanto tiempo gracias a una simple promesa hecha en la playa.

FIN.

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