El Castillo de Arena y los Dragones Colores
Era un hermoso día soleado en la playa de Mar del Sur. Un grupo de amigos: Tomás, Ana, y Lucas, habían decidido construir un enorme castillo de arena. Con la ayuda de cubos y palas, comenzaron a trabajar mientras el sonido de las olas acompañaba su diversión.
"¡Miren lo grande que está quedando!", exclamó Tomás, martillando la arena con su pala.
"¡Sí! Y necesitamos una gran muralla para protegerlo", respondió Ana, buscando más arena.
"Yo haré las torres, ¡serán altísimas!", dijo Lucas emocionado.
Mientras trabajaban, comenzaron a imaginar que eran valientes caballeros defendiendo su reino.
De repente, mientras modelaban la arena, una ola muy grande arrastró un poco de su castillo.
"¡Nooo!", gritó Ana, corriendo hacia la orilla.
Pero antes de que pudieran lamentarse, algo extraño sucedió. Una figura colorida salió del agua, cubierta de escamas brillantes. Era un dragón, ¡un dragón de colores!"¿Qué están haciendo en mi playa?", preguntó el dragón, con una voz grave pero amistosa.
Los niños se miraron asombrados, pero Tomás, siempre el más valiente, dio un paso adelante.
"Estamos construyendo un castillo de arena para proteger nuestro reino. ¿Te gustaría unirte a nosotros?"
"¡Claro! Me encantaría! Pero primero, necesito que me prometan que no lo destruirán cuando la marea suba", respondió el dragón riendo.
Los niños miraron el mar y luego el castillo.
- “¡Prometemos cuidarlo! ””, dijo Lucas, levantando la mano en señal de promesa.
Así fue como el dragón, que se llamaba Drago, comenzó a ayudar a los niños. Con su aliento de fuego, moldeaba la arena en formas magníficas. Mientras hacían torres y muros, compartían historias.
"¿De verdad puedes volar?", le preguntó Ana con curiosidad.
- “Por supuesto. Pero también me gusta ayudar a otros. ¡Así me divierto más!", respondió Drago con una sonrisa sincera.
El sol se estaba poniendo y el castillo estaba cada vez más hermoso. Pero, de pronto, el viento comenzó a soplar fuerte y algunas nubes oscuras aparecieron en el cielo.
"Oh no, parece que se viene una tormenta!", dijo Tomás preocupado.
"No podemos dejar que el castillo se dañe!", añadió Lucas.
Drago miró el cielo y tuvo una idea.
"¡Puedo hacer un arcoíris! Eso atraerá a las nubes y tal vez las disperse!"
Los niños, confiando en su amigo, se pusieron a trabajar juntos en equipo. Drago voló alto en el aire, mientras los niños construían un refugio para que el castillo estuviera a salvo. Luego, Drago lanzó su fuego al cielo y creó un magnífico arcoíris que iluminó la playa.
Las nubes parecieron confundidas con tanta belleza y, poco a poco, se disiparon, dejando el cielo despejado nuevamente.
"¡Lo lograste, Drago!", exclamaron los niños, llenos de alegría.
"¡Fue trabajo en equipo!", dijo Drago, bajando a su lado.
El tiempo siguió pasando y, con la ayuda del dragón, los niños terminaron su castillo. Era el más hermoso del mundo, y se sintieron como verdaderos reyes y reinas de su propio reino.
Cuando finalmente la marea empezó a subir, Drago se despidió.
"Siempre estaré aquí cuando necesiten ayuda. Y recuerden, con amistad y trabajo en equipo pueden lograr cualquier cosa!"
Los niños prometieron cuidar su castillo cada verano y cada vez que volvieran a la playa tendrían un amigo muy especial esperándolos.
Aunque el castillo no perduró bajo las olas, el recuerdo de ese día, la amistad y la aventura con un dragón colorido siempre quedaría en sus corazones.
FIN.