El Castillo de Dulces de la Princesa Sofía
Había una vez, en un reino lejano, un rey muy cariñoso que tenía una pequeña princesa llamada Sofía. A ella le encantaban los dulces, y pasaba sus días soñando con un castillo hecho de golosinas. Un día, el rey decidió hacer realidad ese sueño.
"¡Voy a construir el castillo más dulce del mundo para mi princesa!" - proclamó el rey, con una sonrisa en su rostro.
La noticia corrió rápido por el reino, y todos los habitantes estaban emocionados por el proyecto. El rey reunió a los más talentosos pasteleros y chocolateros del reino para que le ayudaran. Tras semanas de trabajo, finalmente el castillo estaba listo. Había torres de regaliz, muros de chocolate, ventanas de caramelo y un enorme puente de nubes de azúcar.
"¡Mirá, Sofía!" - dijo el rey, llevando a su hija al castillo. "Es tuyo, pequeña. Puedes disfrutar de todas las golosinas que quieras."
Sofía saltó de alegría.
"¡Es el castillo más hermoso que jamás he visto!" - exclamó, corriendo hacia la entrada.
Los niños del reino, al enterarse de la gran noticia, se acercaron al castillo para ver con sus propios ojos esta maravilla. Sin embargo, poco después, Sofía se dio cuenta de que algo no estaba bien.
"Papá, mira los dulces..." - dijo Sofía, preocupada. "No quiero comerlos sola. Me gustaría compartirlos con mis amigos."
El rey se quedó pensativo. Entonces, tuvo una idea brillante.
"¡Claro, querida! Vamos a organizar un gran festín en el castillo. Todos los niños del reino están invitados. ¡Que vengan a disfrutar!" - exclamó el rey.
Y así fue como la noticia del banquete se extendió rápidamente, y cientos de niños llegaron al castillo. Sofía, emocionada, fue la primera en recibir a sus amigos.
"¡Hoy va a haber juegos y dulces para todos!" - gritó Sofía.
Los niños corrieron y jugaron por todo el castillo. Se deslizaron por toboganes de chocolate, corrieron con globos de azúcar y jugaron a la escondida entre las torres de regaliz. Pero de repente, notaron que algunos dulces estaban desapareciendo.
"¿Dónde están los caramelos de la torre?" - preguntó uno de los niños.
Sofía miró a su alrededor y se dio cuenta de que algunos niños más pequeños no podían alcanzar los dulces que estaban más arriba. Entonces, tuvo otra idea.
"¡Vamos a hacer un juego de equipo!" - sugirió. "Podemos formar grupos y ayudarnos para alcanzar los dulces más altos."
Todos aplaudieron y se agruparon, ayudando a los más pequeños a conseguir sus golosinas. La risa y la alegría llenaron el aire, y pronto, todos estaban disfrutando de montones de dulces juntos.
Al final del día, el rey se acercó a Sofía mientras todos compartían las golosinas.
"Estoy muy orgulloso de ti, pequeña. Hiciste que este festín fuera especial al compartir con tus amigos. "
"Gracias, papá. Creo que los dulces son más divertidos cuando se disfrutan en compañía" - respondió Sofía, sonriendo.
Y así, en el castillo de golosinas, no solo disfrutaron de los manjares, sino que también aprendieron que lo mejor de cualquier regalo es compartirlo con los demás. Esa noche, el rey cerró las puertas del castillo, pero el corazón de Sofía se llenó de alegría al saber que había hecho felices a muchos.
Desde aquel día, cada vez que venía un cumpleaños o una celebración, el rey y Sofía abrían las puertas del castillo de dulces para compartir la alegría con todos en el reino, convirtiendo ese lugar en un símbolo de amistad y generosidad.
Y así, el castillo de la princesa Sofía dejó de ser solo un lugar de golosinas. Se convirtió en un espacio mágico donde los niños aprendieron el valor de compartir y cuidar a los demás. Fin.
FIN.