El castillo de la armonía
En un hermoso castillo gigante, rodeado de jardines llenos de flores y árboles frondosos, vivían el rey Juan y la reina María. Eran muy queridos por su pueblo, ya que siempre se preocupaban por el bienestar de todos.
Un día soleado, decidieron dar un paseo por el bosque para disfrutar del aire fresco y los sonidos de la naturaleza.
Sin embargo, lo que no sabían es que en ese mismo bosque había un duende llamado Pancho y un dragón travieso llamado Lucas. Estos dos amigos tenían envidia del castillo rosado y soñaban con vivir allí. Cuando vieron al rey y la reina caminando despreocupados, Pancho y Lucas idearon un plan malvado para deshacerse de ellos.
Se acercaron sigilosamente a los monarcas mientras estos admiraban una cascada cristalina. - ¡Jajaja! -rió Pancho-. Pronto seremos dueños del castillo rosado. - Sí, nadie nos detendrá -añadió Lucas con su voz profunda.
Sin embargo, en ese momento apareció una hada mágica llamada Sofía. Ella era amiga de la naturaleza y siempre estaba dispuesta a ayudar a quienes necesitaran su magia bondadosa. Sofía escuchó las palabras malvadas del duende y el dragón e inmediatamente decidió intervenir.
Con un movimiento elegante de su varita mágica, hizo que los animales del bosque se acercaran al lugar donde estaban reunidos. - ¡Hola! ¿Qué está ocurriendo aquí? -preguntó Sofía con una sonrisa amable.
- ¡No te metas, hada entrometida! -gruñó Lucas el dragón-. Estamos a punto de cambiar nuestras vidas para siempre. Sofía se acercó al rey y la reina y les susurró al oído lo que estaba sucediendo.
Ellos se miraron preocupados, pero confiaban en el poder de la magia del hada. - Queridos amigos -dijo Sofía dirigiéndose a todos-. La envidia y los planes malvados nunca llevan a nada bueno. Todos somos únicos y tenemos nuestro propio lugar en el mundo.
Ayudémonos unos a otros y vivamos en armonía. El duende Pancho sintió un remordimiento repentino por sus acciones egoístas. Se disculpó con el rey y la reina, prometiendo no volver a hacerles daño.
Por otro lado, Lucas el dragón también se dio cuenta de que su plan no era justo ni honorable. Desde ese día, Pancho y Lucas decidieron ayudar al rey Juan y la reina María en todo lo que necesitaran.
Juntos limpiaron el castillo gigante, cuidaron los jardines e incluso organizaron fiestas para celebrar la amistad entre humanos, animales mágicos y criaturas del bosque. El castillo rosado volvió a ser un lugar lleno de alegría y amor gracias al cambio de corazón del duende Pancho y del dragón Lucas.
Ellos aprendieron que la verdadera felicidad no está en poseer cosas materiales o vivir cómodamente, sino en compartir momentos especiales con aquellos a quienes queremos.
Y así fue como el rey Juan y la reina María vivieron felices junto a sus nuevos amigos, el duende Pancho y el dragón Lucas. Juntos demostraron que la amistad, la solidaridad y la bondad son los verdaderos tesoros de cualquier castillo. Fin.
FIN.