El Castillo de las Mariposas



Había una vez, en un mágico reino escondido entre nubes de colores, un hermoso castillo habitado por la Princesa Amelia. Ella no solo era conocida por su belleza, sino también por su gran amor hacia las mariposas, que danzaban alrededor de su jardín como si fueran pequeñas estrellas. La princesa pasaba horas cuidando de ellas, aprendiendo sus nombres y escuchando sus suaves susurros.

Un día, mientras brincaba entre las flores, una mariposa de alas brillantes se posó en su hombro.

"Hola, Princesa Amelia. Soy Marissa, la reina de las mariposas. Necesitamos tu ayuda."

La princesa, sorprendida, preguntó:

"¿Ayudarles? ¿A qué?"

Marissa, agitando sus delicadas alas, explicó:

"Un hechizo oscuro ha caído sobre el bosque encantado. Las flores están marchitándose y nuestras amigas, las mariposas, han perdido su color. Necesitamos tu luz para romper el hechizo."

Amelia, con el corazón lleno de valentía, exclamó:

"¡Haré lo que sea necesario!"

Juntas, la princesa y Marissa se embarcaron en una aventura hacia el corazón del bosque encantado. En el camino, se encontraron con diversos animados personajes, como un simpático conejo llamado Coco que les ofreció su ayuda.

"Yo conozco el camino, pero es peligroso. Hay una sombra que acecha en el bosque."

La princesa, decidida, respondió:

"No importa el riesgo. Las mariposas necesitan de nosotros."

Mientras avanzaban, la sombra se materializó en una oscura y enorme figura. Era el temido Gorgón, un dragón que había estado dormido por años, pero que despertó por el poder del hechizo.

"¿Qué quieren ustedes, pequeñas?" gruñó el dragón.

Marissa, temblando, respondió:

"Venimos a traer de vuelta el color y la vida al bosque. Necesitamos el cristal de la alegría que tú guardas."

Gorgón se rió a carcajadas.

"¿Y por qué debería dárselo a unas simples mariposas y una princesa?"

Pero, Amelia no se dio por vencida y respondió con seguridad:

"Si nos das el cristal, no solo ayudarás a las mariposas, sino que también verás cómo el bosque florece y recupera su magia. Y quizás, con el tiempo, puedas encontrar amigos en lugar de ser temido."

El dragón, sorprendido por la valentía de Amelia, decidió ponerlas a prueba.

"Muy bien. Te haré tres preguntas. Si las respondes con sinceridad, te daré el cristal."

La princesa aceptó, y las preguntas comenzaron. El dragón cuestionó sobre la amistad, el amor y la importancia de ayudar a los demás. Amelia respondió con sinceridad y claridad, recordando cómo cada mariposa representaba la belleza en la diversidad.

Tras escuchar las respuestas, el dragón reflexionó.

"Eres valiente y sincera. Tal vez la bondad sea más poderosa que el temor. Aquí tienes el cristal."

Con el cristal en mano, Amelia y Marissa regresaron corriendo al jardín. Allí, con un suave toque al cristal, todo el color comenzó a regresar al bosque. Las flores florecieron y las mariposas recuperaron sus alas brillantes.

La reina Marissa sonrió agradecida.

"Gracias, Princesa Amelia. Has traído de vuelta la luz a nuestro hogar."

A partir de ese día, el dragón Gorgón se convirtió en el guardián del bosque, y con el tiempo, comenzó a jugar con las mariposas y a cuidar de las flores. La princesa hizo del reino un lugar donde todos, sin importar su apariencia, podían ser amigos.

"Juntos somos más fuertes" dijo Amelia, tomando de la mano a todos sus nuevos amigos.

Esa noche, los fuegos artificiales iluminaron el cielo del castillo, símbolo de unidad y amistad. Y así, el reino vivió en alegría y armonía, donde cada mariposa, cada flor y cada criatura del bosque tuvo un lugar especial en el corazón de todos.

Y así, la princesa Amelia aprendió que a través de la bondad y la valentía, se pueden romper los hechizos más oscuros y hacer del mundo un lugar mejor. Fin.

FIN.

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