El Castillo de los Sueños
En un reino lejano, donde los ríos brillaban como piedras preciosas y las montañas parecían querer tocar el cielo, había un hermoso castillo rodeado de un mágico jardín. Allí vivía la Princesa Leonor, una joven llena de curiosidad y amor por la naturaleza.
Cada mañana, Leonor se despertaba emocionada por las pequeñas aventuras que la esperaban. Un día, mientras exploraba el jardín, encontró una puerta secreta detrás de un espino. Intrigada, la abrió y se encontró en un bosque encantado.
"¡Hola! ¿Quién está ahí?" - preguntó una voz melodiosa.
Leonor se dio vuelta y vio a una pequeña hada de alas brillantes.
"Soy Lila, el hada del bosque. ¿Qué haces en mi hogar?" - dijo el hada, con una risita.
"He encontrado esta puerta y quería descubrir qué hay del otro lado. Todo parece tan bonito aquí" - respondió Leonor, mientras giraba sobre sí misma, maravillada por el lugar.
Lila sonrió.
"Este bosque está lleno de sueños y sorpresas, ¡pero también de lecciones! ¿Te gustaría explorar?" - pidió el hada con entusiasmo.
La princesa asintió con la cabeza. Juntas, comenzaron a caminar por el bosque. Vieron árboles que hablaban entre ellos y flores que cantaban melodías suaves. Sin embargo, al adentrarse más en el bosque, se encontraron con una situación inesperada: un pequeño dragón lloraba sobre una roca.
"¿Por qué lloras, pequeño dragón?" - preguntó Leonor, preocupada.
"No puedo volar porque tengo miedo. Todos mis amigos ya pueden hacerlo, pero yo... yo no puedo superar mis miedos" - respondió el dragón, entre sollozos.
Leonor se sintió triste por su nuevo amigo.
"Pero todos enfrentamos miedos en algún momento. Quizás, si lo intentás una vez más, podrías volar. Yo nunca he volado, pero debo creer que puedo hacerlo. ¿Qué tal si lo intentamos juntos?" - sugirió Leonor.
Lila, con su magia, creó un pequeño viento suave que envolvió al dragón y a Leonor.
"Solo necesitas dar un salto. Yo estaré aquí para ayudarte" - dijo Lila.
Con el corazón latiendo fuerte, el dragón miró la distancia y, junto a Leonor, dio un gran salto. ¡Y volaron! En un instante, el dragón superó su miedo y se dejó llevar por el aire. Leonor lo animaba desde abajo.
"¡Lo lograste!" - gritó Leonor con alegría.
El dragón, lleno de felicidad, dio vueltas en el aire y finalmente aterrizó junto a Leonor.
"¡Gracias! Sin vos, nunca hubiese podido volar" - dijo el dragón, sonriendo.
Leonor y Lila también sonrieron. Habían aprendido que a veces, enfrentar miedos podía llevar a experiencias maravillosas. Pero todavía había más sorpresas por descubrir.
De repente, un fuerte viento sopló y las flores empezaron a revolotear. Lila frunció el ceño.
"Debemos volver, algo no está bien en el bosque" - dijo preocupada.
Cuando regresaron al lugar donde habían encontrado al dragón, vieron que un grupo de criaturas del bosque estaban reunidas, mirando nerviosas a un gran monstruo de sombras que se acercaba.
"¿Qué podemos hacer?" - preguntó un conejito tembloroso.
Leonor pensó rápidamente.
"Necesitamos unir nuestras fuerzas y mostrarle que no tiene nada que temer de nosotros. Tal vez solo esté perdido" - sugirió, recordando cómo había ayudado al dragón.
Con el apoyo de Lila y sus nuevos amigos, la princesa se acercó al monstruo.
"¡Hola! ¡No queremos hacerte daño!" - exclamó Leonor con voz tranquila.
El monstruo, sorprendido por la valentía de la princesa, se detuvo.
"¿De veras? Siempre pensé que los seres del bosque me temían" - dijo con una voz profunda pero triste.
"Nadie debería sentir miedo. Si nos contamos nuestras historias, tal vez nos entendamos mejor" - propuso Leonor, sonriendo.
Con un poco de duda, El monstruo se acercó.
"Me llamo Nox, y me pierdo en la oscuridad" - dijo, mientras sus sombras se iluminaban con la luz del sol.
Así fue como todos comenzaron a compartir historias. Leonor les contó sobre su vida en el castillo, el dragón habló sobre sus inseguridades y Nox compartió cómo se sentía solo en la oscuridad. Pronto, todos se dieron cuenta de que podían ser amigos.
"Gracias, Princesa Leonor. Nunca pensé que podría ser parte de algo tan especial" - dijo Nox, ahora con una sonrisa.
Y desde aquel día, el bosque se llenó de alegría. Leonor, Lila, el dragón y Nox se convirtieron en mejores amigos y continuaron sus aventuras juntos, siempre ayudando a aquellos que estaban asustados a enfrentar sus miedos.
Al regresar al castillo al final del día, la princesa sabía que había aprendido algo valioso: el valor y la amistad a menudo iluminan incluso los lugares más oscuros y que, a veces, el mejor modo de enfrentar un desafío es junto a aquellos que queremos.
"¡Hasta mañana, amigos!" - gritó Leonor mientras cerraba la mágica puerta detrás de ella.
"¡Hasta mañana, Princesa!" - respondieron en coro sus nuevos amigos, sabiendo que cada día sería una nueva aventura, llena de sueños y aprendizajes.
FIN.