El Castillo de los Sueños
Había una vez, en una selva exuberante llena de colores y sonidos, un grupo de animales curiosos que soñaban con aventuras. Un día, mientras exploraban, se encontraron con una montaña altísima donde se veía un castillo brillante en la cima. Todos se miraron con asombro.
"¿Qué habrá en ese castillo?" - preguntó Leo, el león, mientras su melena brillaba al sol.
"Tal vez haya cuentos mágicos y tesoros escondidos" - sugirió Jirafa, estirando su cuello para ver mejor.
"O tal vez habite un dragón con alas enormes" - dijo Tigre, mostrando sus garras afiladas.
"Vamos a averiguarlo!" - gritó Mono, columpiándose de una rama cercana.
Así, decidieron marchar hacia la montaña. A medida que subían, se dieron cuenta de que la flora era increíblemente hermosa: flores de todos los colores estaban a su alrededor.
"Miren estas flores. Son hermosas!" - exclamó el Conejo, parado sobre sus patas traseras. "¿Qué tal si recogemos algunas para llevarlas al castillo como regalo?"
Todos estuvieron de acuerdo, así que comenzaron a recoger flores. Pero entre todas, uno de los más observadores, era Zorro, que notó que la vibra del lugar cambiaba.
"Esperen! No debemos olvidarnos de por qué estamos aquí. A veces el camino puede tener sorpresas!" - advirtió Zorro con una sonrisa astuta.
Cuando finalmente llegaron al castillo, se sorprendieron de encontrar la puerta entreabierta. Con cuidado, empujaron y entraron. Dentro, el castillo estaba lleno de luz y magia.
"Esto es increíble, parece un sueño!" - dijo Elefante, deslumbrado por los tonos dorados y plateados de las paredes.
Pero de repente, ¡algo sucedió! La puerta se cerró de golpe tras ellos.
"Oh no! Estamos atrapados!" - gritó Mono.
"No entremos en pánico" - dijo Jirafa, intentando mirar por una ventana. "Quizás podamos encontrar otra salida."
Mientras sus amigos buscaban, Conejo encontró un viejo libro polvoriento en una mesa.
"¡Miren esto! Es un libro de sueños!" - exclamó emocionado.
Curiosos, todos se juntaron a su alrededor. Leo se acercó y empezó a leer: "Quien quiera salir del castillo, debe encontrar el sueño más puro en su corazón."
"¿Y cuál sería ese sueño?" - preguntó Elefante.
"Un sueño que nos una a todos" - respondió Tigre, pensando profundamente.
Tras un rato de silencio, Mono dijo: "¡Ya sé! Nuestro sueño es estar juntos y disfrutar de nuestra amistad. ¡No importa si estamos en la selva o en un castillo!"
Todos asintieron con emoción y se tomaron de las patas mientras repetían en voz alta: "¡Queremos compartir la alegría de nuestra amistad!"
De repente, una luz brillante llenó el lugar, y la puerta del castillo se abrió lentamente.
"¡Lo hicimos!" - gritaron todos a la vez, llenos de alegría.
Saliendo hacia el sol, se dieron cuenta de que el verdadero tesoro no eran las cosas, sino el tiempo compartido entre amigos.
"Llevemos estas flores a la selva, y compartamos nuestra historia!" - dijo Conejo, mirando a su alrededor con amor.
Desde ese día, los animales iban cada tarde al castillo, no para buscar tesoros, sino para recordar que la amistad es la aventura más valiosa de todas.
Y así, el castillo se convirtió en un lugar donde todos los sueños se hacían realidad, siempre llenos de risas, flores y bellas historias, inspirando a otros animales a valorar su amistad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.